Alfonso Mata
Un poco de aclaración
Nacer, crecer, reproducirse y morir, en medio de todo ello, el sexo es seguramente el factor de riesgo socio demográfico más estudiado en epidemiología de salud mental. Este fenómeno no se explica por el hecho de que el sexo sea una variable fácilmente medible sino principalmente porque resume sin distinción clara dos condiciones: la biológica y la psicosocial. El sexo de un individuo, representa tanto la expresión de su feminidad biológica y/o masculinidad; de sus conductas y comportamientos y de todo lo que gira alrededor de un modo y estilo de vida en los diversos grupos que conforman una sociedad. Trastornos de conducta y comportamiento en los sexos, es universalmente aceptado o rechazado en función de género. La salud sexual y la salud mental en este aspecto, van de la mano y se afectan mutuamente.
¿Qué resumen los estudios realizados en muchas latitudes y culturas sobre trastornos y salud mental?
La síntesis de estudios realizados en la comunidad con adultos, permite concluir que la tasa de trastornos de la personalidad es consistentemente más alta en los hombres. Esto parece contradictorio; muchos afirman que las mujeres presentan con mayor frecuencia problemas de neurosis. Pero específicamente con respecto a la depresión, algunos autores critican la validez y confiabilidad de los hallazgos que sugieren una mayor representación de mujeres entre los casos de depresión. Los autores señalan que en ello hay debilidades en los estudios de frecuencia y aunque la tasa general de depresión es más alta en las mujeres, no parece haber diferencias cuando se controla esta relación utilizando variables de confusión como: la edad, el estado civil, la educación y el nivel socioeconómico. Es decir que todos estos factores pesan y explican las diferencias que se han encontrado, sin que ello necesariamente signifique una explicación única debida al sexo en las diferencias, sino a condiciones en que se desarrolla y vive ese sexo.
Es claro entonces, que las investigaciones (la forma de planificarlas y ejecutarlas así como de analizarlas) no aplican todas los mismos controles y no utilizan el mismo instrumento de recolección de datos, por lo que cualquier conclusión sobre las diferencias de sexo es provisional hasta que no se estudien bien los elementos de la investigación utilizada.
Entonces el diagnóstico del padecimiento. ¿Cómo se resuelve?
Existe a nivel mundial un Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM), que es una guía que contiene la información necesaria para realizar un diagnóstico sobre si hay o no un trastorno mental y cuál es su tipo, que utilizan los profesionales de la salud para estudiar a las personas. Este manual es producido por expertos que trabajan bajo al menos tres consideraciones mandatarias: 1º reflejar el estado del conocimiento en términos de enfermedades psiquiátricas, 2º obtener una clasificación de máxima utilidad tanto para médicos como para pacientes. 3º ser compatible con la clasificación internacional de enfermedades (ICEM). Con los años e investigaciones, esos manuales se han ido perfeccionando. Hay cosas interesantes en esos manuales como lo es su posición no teórica con respecto a la etiología de los trastornos psiquiátricos, cuando se desconoce el proceso fisiopatológico del padecimiento. El enfoque general de esos manuales es estrictamente descriptivo, evitando así discutir controversias y pueden ser utilizados por psicólogos, médicos e investigadores de todas las escuelas de pensamiento. Las investigaciones van proporcionando a lo largo del tiempo, nueva información para ir mejorando las clasificaciones de los problemas mentales y padecimientos en cuanto contenidos, diferencias y nuevos aparecimientos.
¿Estoy o no estoy padeciendo un trastorno mental?
La definición de un trastorno a un paciente o persona, e incluso dentro de un grupo a varios, generalmente consiste en una averiguación completa de las características clínicas de situaciones que vive una persona o un grupo. Para ello, el psicólogo, el médico, realiza una entrevista e interroga sobre el estado de los siguientes elementos: características esenciales de lo que se tiene, condiciones asociadas al padecimiento, edad del primer episodio, curso de la enfermedad (gravedad, frecuencia de los síntomas y características), grado de discapacidad, complicaciones, factores predisponentes, distribución familiar entre otras cosas. Luego busca y compara si lo que encontró en la persona o el grupo, corresponde a una serie de criterios de diagnóstico que aparecen en los manuales DSM para cada trastorno mental, y le da una calificación y nombre al trastorno que puede tener una persona o el grupo. Hay que considerar entonces que esos criterios de los manuales, son las guías que tiene el profesional de la salud para llegar al diagnóstico clínico y por supuesto también sirven para poder comparar diagnósticos entre profesionales e investigaciones.
Entonces debemos saber y confiar, que el profesional de la salud que nos analiza y examina no se saca de la manga el diagnóstico que hace; sus conclusiones sobre lo que podemos tener, se basan principalmente en el juicio clínico de un grupo de expertos y de investigaciones que establecen criterios con los que se nos compara (los manuales) para decirnos cómo estamos. Y como no todo es perfecto, ni tampoco todo lo sabemos, cada cierto tiempo se va conociendo más y más en lo biológico, en lo psicológico y en lo social, sobre los trastornos mentales y esos manuales que sirven de base para el diagnóstico a los profesionales, se van mejorando. Cosa parecida sucede con las enfermedades de origen orgánico como la hipertensión y la diabetes, sobre las cuales los médicos cada vez saben más. Así que lo que nos dirá el psicólogo, el psiquiatra, no es su juicio de lo que él cree sin fundamento sobre lo que somos, lo que padecemos, es resultado de un estudio que hace sobre nosotros, nuestra conducta y comportamiento corporal, mental y emocional, nuestro pensar y actuar y eso lo compara con lo que se sabe en ciencia y establece un diagnóstico a partir de ello.
Qué contienen esos manuales para confiar en ellos.
Viene a ser muy parecido a lo que le ocurre al médico con los resultados de los exámenes de laboratorio, le ayudan a conocer mejor las especificidades de lo que uno tiene y a afinar un diagnóstico. En esos manuales, el experto en salud mental encuentra de cada trastorno mental: sus características, lo que la persona padece con ese trastorno conductual o lo clínicamente significativo que le ocurre, típicamente asociado con un síntoma: dolor, angustia, miedos, inseguridades o discapacidad. Entonces luego de comparar lo que uno tiene, los trastornos personales con lo del manual, el profesional que nos está atendiendo, nos puede decir si existe una anomalía o disfunción conductual, psicológica o biológica y lo que podremos hacer para corregirla.
Esta forma de trabajar la enfermedad mental es pues y está en continuo cambio, pues cada vez sabemos mas sobre qué produce los trastornos mentales y como corregirlos. Un ejemplo concreto sobre esto es el trabajo sobre la homosexualidad que de ser considerado un trastorno psiquiátrico hasta hace algunos años, ahora se sabe que en la orientación sexual hay aspectos biológicos y genéticos que tienen gran importancia en su origen. Por lo tanto, la homosexualidad no debe ser catalogada siempre como un trastorno mental o emocional en su origen, aunque una mala comprensión social si puede clasificarla como trastorno y eso provocar perturbaciones en la salud mental del individuo.