Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Los trabajadores seguimos siendo el pariente pobre de la democracia.”
Marcelino Camacho
La sociedad actual sin estar preparada, ha dado un cambio por demás relevante a raíz de la primera (y esperamos única) pandemia del siglo XXI, fenómeno sanitario, que vino a darle un vuelco a la vida tal y como la conocimos antes de noviembre del 2019, esos cambios se han manifestado en todos los aspectos de la existencia, desde el emocional, pasando por otros, afectando determinantemente el plano laboral, que en un país como el nuestro tiene sus diferentes aristas.
Cuando se decide cerrar el país, de alguna forma las instituciones públicas y privadas debieron seguir funcionando, aunque al inicio fuera parcialmente, y como nos sucedió con todo lo que vino a modificarse de tajo, derivado de las medidas necesarias para protegernos de un virus que ahí sigue, y seguirá aparentemente por muchos años, si no para siempre.
En el terreno laboral, en países como el nuestro, bruscamente pasamos de lo eminentemente presencial a lo tímidamente en línea, y escribo tímidamente porque eran inciertos los resultados de un cambio sustancial como lo fue ese cambio brusco, en el que existiendo un Código de Trabajo, adelantadísimo para su época, y que hoy se encuentra bastante superado por el avance de la sociedad, no se ha adaptado le legislación laboral a la evolución social, de ahí que el teletrabajo entró a nuestras vidas en sus inicios con ciertos descontroles, que con el paso del tiempo presiona a la parte laboral más allá de los horarios establecidos.
Veamos, anteriormente a ese cambio drástico en nuestras vidas, se marcaban ciertos horarios previamente determinados, se cumplían con sus excepciones, por ejemplo, el personal de confianza, que el mismo Código, reconoce no se encuentra sujeto a horario laboral, a los demás en sus inicios, de forma excepcional les era solicitada información, o se le llamaba o escribía, fuera de los horarios pactados, conforme el tiempo pasó, después del encierro necesario que todos vivimos, se perdió el sentido del horario, derivado del descontrol inicial producto de vivir una situación inédita.
El tiempo ha transcurrido, la normalidad como la conocíamos ya no existe, en ese contexto quienes más han perdido son los empleados que se encuentran en teletrabajo, veamos que sucede, al no estar presencialmente las ocho horas mínimas que establece tanto el Código, como los Convenios y Tratados Internacionales se perdió la noción del tiempo, y al empleado se le envían mensajes de WhatsApp, correos electrónico, reuniones Zoom o Meet, y en el último de los casos llamadas telefónicas, sin importar si es hora de comida, de descanso o de otros menesteres, desde este momento la persona no solamente perdió su privacidad, también perdió un espacio vital en su vida.
Los estudios científicos dividen el tiempo de vida al día de una persona económicamente activa de esta forma: ocho horas de trabajo, ocho para realizar otras actividades como estudios, relaciones personales, diversión si la hay, y ocho para descansar, en nuestra sociedad como en otras, los malos trabajadores presencialmente o telemáticamente, no cumplen con sus labores o lo hacen mal, los buenos, serán buenos siempre, pero todos adicional al trabajo también tienen una vida, además del descanso, sin embargo, en este salto de lo físico a lo telemático, se ha creado la idea en muchos patronos que los trabajadores están al servicio de sus labores 24/7, pero no es así, resultado: Los médicos y psicólogos lo saben mejor que yo, estrés, falta de vida digna, enfermedades físicas producidas por el estrés y más.
Hace aproximadamente tres o cuatro meses visité al gastroenterólogo, me preguntó mi profesión, y posteriormente donde trabajo, le dije que ejerzo la profesión liberal, y me dijo, ahí está la respuesta, usted no tiene idea cuantos abogados me han visitado, pero los menos son los que ejercen la profesión liberal, vienen muchos más de… y enumeró cuanta institución se pueda imaginar el apreciable lector.
Me comentó, usted llega a las instituciones públicas o privadas, y aparentemente nadie está trabajando, pero no, me dijo, lo están haciendo desde su casa, y funciona le comente, sí, me dijo incluso son más eficientes, o ¿Son esclavos modernos? Le contesté, Me inclino por lo segundo, me dijo, y es cierto, al no existir horarios físicos, el trabajador responsable será aún más, el patrono exigirá más, y el haragán (Que los hay en demasía) haraganean más.
Como el Covid-19 vino para quedarse, es necesario regular las condiciones de las nuevas relaciones laborales: El teletrabajo.
La esclavitud tiene muchas variables, y no tiene temporalidad.