Por Jorge Santos
El modelo que fue instaurado por las élites en Guatemala está agotado y aún cuando fue funcional, sólo sirvió para producir pobreza, violencia e impunidad. Hoy en el punto más bajo de la decadencia de ese sistema instaurado, la sociedad está atravesando la peor de la crisis, manifestada en al menos cuatro grandes ámbitos. El deterioro de la salud, frente a una pandemia que ha desnudado lo peor del sistema, que ha matado a más de 10,000 personas, pero que ha incrementado las tasas de desnutrición, enfermedad y muerte por otras causas prevenibles. La calidad de vida, es otra de las manifestaciones de dicha crisis, es probable que el resultado del pésimo manejo de la pandemia, alrededor del 70% de la población sufra de pobreza y con ello condiciones indignas de existencia, la tercera manifestación está en las cada vez más descaradas formas de corrupción, impunidad y a su vez de violencia y por último el grave deterioro democrático.
Estamos hartos de que cada gobierno sea peor que el anterior y que el ejercicio del poder, sirva exclusivamente para salvaguardar los intereses marcados por la élite económica. Hoy el turno, le correspondió a un personaje acusado de ejecuciones extrajudiciales y de respaldar en anteriores oportunidades a criminales y corruptos. Alejandro Giammattei y sus allegados han sido el perfecto y servil instrumento que les garantiza a través del deterioro institucional y la instauración de un Estado autoritario la capacidad de capturar toda la institucionalidad pública y con ello, conducir la toma de decisiones a sus espurios intereses. Por su parte, Giammattei antes de su preocupación por privilegiar a la élite que le sostiene en el país, está interesado en saquear las arcas nacionales y garantizarse a si mismo y a su pareja una vida llena de privilegios a costa de la pobreza y muerte de las y los guatemaltecos.
Ese único interés de proteger a Miguel Martínez le ha llevado a complacer y ser consentidor de criminales de la talla de Gendri Reyes en Gobernación, de deshonestos y corruptos como Romero en el Ministerio de Desarrollo Social y otros que colocados en diversos puestos públicos son su corte de aduladores, pero a la vez ladrones de los impuestos que pagamos. Así que la ruta para librarnos de esta camarilla de criminales, encabezada públicamente por Giammattei y liderada efectivamente por la oligarquía, está trazada. Uno, basados en el artículo 45 de la Constitución, hacer uso legítimo de la resistencia para la protección y defensa de los derechos y garantías consignados en la misma. Dos, tal y como fuera señalado por CODECA y otras expresiones como los ex constituyentes, iniciar el proceso de convocatoria de la Asamblea Constituyente que discuta el nuevo contrato social, a través de la disolución de los partidos políticos existentes y la garantía de una adecuada y oportuna representación de los Pueblos que habitan esta Nación, así como de las expresiones ciudadanas y populares, que construyan la nueva socidad.