René Arturo Villegas Lara
Por una columna del doctor Eduardo Velásquez, supe la triste noticia de la muerte de mi queridísimo amigo, doctor José Andrés Rodríguez Alfaro, más conocido y apreciado como “Caldo Alfaro”. Y es que, rinde sus frutos pasar por este mundo repartiendo sonrisas, amistad franca y sin esconder nada bajo la manga. Y por eso hay tantas expresiones de dolor en el alma por la partida de “Caldo Alfaro”, huelguero de muchísimos años y amigo de todos. Hoy, mi querido novelista consagrado, Víctor Muñoz, publica en su “Facebook” una foto de antología, en la que aparece mi añorado compañero “Caldo”, acompañando de Víctor, en el mostrador de esa vieja sucursal de la huelga, el famoso bar El Portal, seguramente para un viernes de todos los dolores. Y es que, por las ocupaciones de la vida, la conversa con el “Caldo” era de vez en cuando; pero, si usted quería gozar de su amistad, de sus ocurrencias y de su sonrisa permanente, había que esperar el Viernes de Dolores porque él podía faltar a todo, menos a las celebraciones en donde se denuncian los “hediondos males” de esta querida Guatemala. En las otras oportunidades en que uno tenía el placer de gozar una charla con el “Caldo” Alfaro, era en cualquier acto cultural de la Universidad. Hacía años que “Caldo” Alfaro había abandonado los placeres etílicos, aunque siempre repartías chistes y carcajadas con todos sus amigos con los que formaba grupos, con su vaso medio lleno de una gaseosa de cola, para simular un trago. Cuando se celebraba el aniversario de Fundación de nuestra querida Universidad de San Carlos, en el antañón edificio que cobijó por muchos años a la Facultad de Derecho, no podía faltar el “Caldo” Alfaro, y también en cualquier acto en que se entregara un libro, ya fuera la Casa Cervantes o las librerías que se preocupan de la divulgación literaria. Estar acompañado del “Caldo” Alfaro, despertaba y se percibía una grata sensación de franca amistad. Como huelguero de hueso colorado, al igual que “el Sordo” Barnoya, de quien aún disfrutamos de sus incisivas prosas, ahora formará fila en el cielo con otros huelgueros, como “el Huevo” Guzmán y “la Cuca” López Larrave, y harán un trío para seguir haciéndoles ver a esta agnóstica sociedad toda la podredumbre que corroe sus entrañas. Aunque los años ya me limitan estar en todos esos eventos culturales, extrañaré muchísimo ya no poder encontrarme con mi querido amigo “Caldo” Alfaro. Pero él sabrá, porque los espíritus todo lo saben, que cada evocación de su conocido nombre de batalla, es una muestra de todo el cariño y amistad que le teníamos. Y harían bien las autoridades de la Facultad de Odontología en nominar a su salón de acto con el nombre del doctor Caldo Alfaro.