POMONA, California, EE.UU. / AP
Chicos adolescentes perseguían pelotas de fútbol sobre canchas de pasto. Las camas de los dormitorios estaban organizadas en pequeños módulos con un televisor en cada sección. Algunos jóvenes yacían sobre los catres leyendo, mientras que otros jugaban a las cartas cerca de allí con los trabajadores sociales.
El gobierno del presidente Joe Biden brindó el viernes un inusual vistazo al interior de uno de los albergues de emergencia que abrió para alojar a los niños que cruzan la frontera sur de Estados Unidos sin compañía de un familiar adulto, y afirmó que la instalación de California es “un modelo” entre sus albergues de gran tamaño.
El secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS, por sus siglas en inglés), Xavier Becerra, cuya agencia está a cargo de los niños inmigrantes, estuvo acompañado por funcionarios electos durante una visita al refugio, el cual alberga a cerca de 1.400 de estos niños en el recinto ferial del condado Los Ángeles, en la ciudad de Pomona.
Dos periodistas de The Associated Press los acompañaron y compartieron apuntes y fotografías de la visita con otros medios de comunicación como parte de un acuerdo de intercambio.
La instalación contrasta fuertemente con las condiciones reportadas en otros albergues de emergencia, donde los niños se han quejado de que la comida huele mal, hay poco espacio recreativo al aire libre y de que tienen que pasar los días durmiendo con poco que hacer y sin saber cuándo se les enviará con parientes en Estados Unidos.
“Consideramos que esto es un modelo», les dijo Becerra a los reporteros tras recorrer las instalaciones en Pomona, que tienen un salón de 2.787 metros cuadrados (30.000 pies cuadrados) con aire acondicionado, mesas de ping-pong y futbolitos de mesa, bloques de madera y otros juegos. Grandes letreros en español encima de la puerta de acceso al salón dicen “bienvenidos”, “esperanza” y “amor”.
En una habitación llena de trabajadores sociales, Becerra habló en español con los chicos acerca de cuándo se les enviará con sus familias.
“Estamos tratando de hacer esto lo más pronto posible, pero de forma segura”, manifestó.
Luego de cuatro horas de llegar al albergue, cada joven puede utilizar el centro de llamadas, una habitación con paredes decoradas con pinturas de mariposas y animales marinos en colores brillantes. Después de eso les pueden llamar a sus familiares dos veces por semana.
Junto al centro de llamadas, decenas de estrellas azules, rosas y plateadas con nombres cubrían una pared casi por completo. Un funcionario dijo que los cuidadores ponían una estrella con el nombre de un menor cuando son liberados de la instalación.
“Se están quedando sin espacio”, comentó Becerra.
El personal del albergue recorre los dormitorios y espacios al aire libre para estar atento a cualquier emergencia. Profesores del Distrito Escolar Unificado de Pomona proporcionan clases de 90 minutos dos veces por semana a cada niño, y la mitad de ese tiempo se dedica al aprendizaje del inglés.
Con sus edificios ya construidos y áreas verdes, el sitio de Pomona tenía algunas ventajas sobre la base militar de Fort Bliss, cerca de la ciudad de El Paso, Texas, donde el albergue más grande del gobierno fue erigido como un campamento de carpas donde no había nada, señaló Becerra. Los activistas han dicho que Fort Bliss, que el funcionario visitó hace unos días sin permitir el acceso a la prensa, ha sido particularmente problemático.
“No es fácil montar algo como esto rápido, y hacerlo bien, pero creo que pueden ver que este es un lugar en el que los niños pueden estar sanos y salvos”, comentó Becerra con respecto a las instalaciones de Pomona.
El gobierno estableció los albergues temporales esta primavera debido a que decenas de miles de niños estaban cruzando la frontera sin la compañía de un familiar adulto. De los 14 centros que fueron abiertos, dos han sido clausurados porque no cumplían con los estándares gubernamentales; otros han estado cerrando conforme más niños son enviados con familiares en Estados Unidos o a instalaciones con un mejor nivel de atención.
Aunque se considera ampliamente que los albergues de emergencia representan una mejora respecto a los centros de detención fronterizos que están repletos de niños, el gobierno de Biden enfrenta cada vez más presión para abordar las inquietudes de que los niños inmigrantes han estado languideciendo en instalaciones sin licencia estatal en lugar de reunirse rápidamente con sus familiares en Estados Unidos, lo que les ha causado ansiedad y ataques de pánico.
Los activistas dijeron que las instalaciones debían ser un lugar seguro para alojar a los niños por un par de semanas para que el gobierno tuviera tiempo de ponerse en contacto con sus familiares e investigarlos. Aquellos menores que no tienen familiares viviendo en Estados Unidos deben ser transferidos a una instalación que cuente con licencia estatal.
Hasta esta semana, la estancia media en los refugios temporales era de 37 días, y la red de instalaciones se ocupó a poco más de la mitad de su capacidad, según datos del HHS obtenidos por la AP.
Más de la mitad de los 5.300 niños que se encuentran en los albergues de emergencia tienen familiares cercanos en Estados Unidos, como un padre o un abuelo. Un tercio de los jóvenes que están en esos lugares no tienen ese tipo de contacto, según los datos.