Alfonso Mata
¿Existe una deficiencia e incapacidad del profesional? es una pregunta que deberíamos plantearnos como sociedad pues la situación actual de nuestra nación en buena parte es debida a una falta de profesionales adecuados. La situación actual es más que evidente que obedece a que las universidades no están formando profesionales con criterio científico y con responsabilidad ética (individual y social).
Responder acertadamente con la formación universitaria se torna una tarea urgente aunque difícil, pues contrario a lo que sucede con la fabricación de algo, formar un profesional es tarea de toda la sociedad no de la universidad solamente.
Cuando hablamos de una sociedad no estamos hablando de algo universal y único. La sociedad guatemalteca, es una integración de diferentes estratos o clases sociales cada una de las cuales tiene necesidades y aspiraciones distintas y opina de modo distinto. Probablemente estén bien preparados los profesionales para una clase pero en general, no respondan a la exigencia de otra y tampoco de la nación.
Dentro de estos desniveles de respuestas posibles y probablemente válidas con relación a un determinado aspecto social, la formación profesional debe hacerse no con referencia a una clase o a todas las clases integrantes de la comunidad guatemalteca, sino con referencia a un patrón universal de profesional.
Todo profesional para ser adecuadamente profesional y poder servir a su comunidad, necesita una formación digamos “pluritarea”. Para ser un buen médico, ingeniero o humanista, no basta conocer la especialidad de la carrera, se requiere de una formación mínima, que haga del profesional no un simple hombre-médico, hombre-humanista, hombre-científico, hombre-ingeniero. La primera necesidad de cualquier universitario en formación en arte, ciencia, filosofía, tecnología y demás disciplinas, es la profesión “hombre” tener un conocimiento del sentido de qué es ser hombre en este siglo, en esta nación, para poder actuar con sus semejantes como hombre y no verlos como recurso y objeto de sus deseos y aspiraciones. Conocer al hombre como hombre, es la primera tarea del profesional, pues sólo conociendo al hombre integral, puede conocerse bien al hombre particular y por lo tanto, al hombre guatemalteco.
El desconocimiento del hombre integral (tiene derechos, tiene responsabilidades que deben desarrollarse y accionar dentro de una ética) es algo totalmente olvidado por las universidades actuales, pues el estado caótico de la nación, es una muestra clara de ello; del desconocimiento de ideas fundamentales sobre el mundo y el hombre actual, la vida biológica, el patrimonio de la cultura, que se refleja en desigualdades, inequidades e injusticias de todo tipo. Es un profesional a medias lo que se está produciendo, incompetente en su saber humano y sólo aceptable en parte por su tecnología.
El hombre desintegrado, corre el grave riesgo de desconocer y olvidar en su vida cotidiana el hombre-ético, que es parte del hombre integral. Un profesional mutilado de saber ético, corre el riesgo de zozobrar en su conducta hacia el otro y ello es un peligro para la sociedad; aunque sea buen político, médico, poeta o ingeniero, un profesional a medias que sólo sabe su carrera, ha sido calificado por un filósofo de nuestro siglo como un hombre egoísta, agresivo y sin sentido y voluntad por lo social, ni cultura para una participación en la configuración del destino nacional, que se hace patente en ambiciones y conformidades desmedidas.