Las controversias internas derivaron en una pelea con palos y puñetazos entre miembros del partido mexicano que gobernó el país con mano firme durante siete décadas hasta perder la presidencia en 2000.
Disidentes de partido habían rodeado el martes la sede del Partido Revolucionario Institucional, y la pelea pareció comenzar cuando un grupo de miembros leales intentó retomar el edificio.
Ambas partes se acusaron el miércoles de comenzar la violencia, y las imágenes difundidas en medios sociales mostraban hombres con traje avanzando por la calle armados con bates o porras.
El presidente del partido, Alejandro Moreno, dijo que varios de sus seguidores habían sido hospitalizados, y en uno de los casos «está en riesgo su vida» como resultado de la confrontación.
El PRI es ahora una sombra de lo que fue, tras perder ocho de sus 12 gobernaturas en las elecciones del 6 de junio, tres años después de perder la presidencia de nuevo.
En el pasado, las disputas internas las resolvían el presidente o los gobernadores de los 32 estados, que durante generaciones fueron todos miembros del partido. Pero el presidente actual es de otro partido, y al PRI le quedan tan pocos gobernadores que no está claro que puedan mantener el orden.
Algunos miembros quieren que Moreno deje el cargo porque el PRI perdió incluso en su estado natal, Campeche, y muchos creen que está dejando hacer al presidente, Andrés Manuel López Obrador, cuyo partido Morena domina ahora la política mexicana.
Algunos temen que el PRI pueda convertirse en una rama del partido de López Obrador porque el carismático estilo político del mandatario, su mensaje nacionalista y sus grandes proyectos de infraestructura están inspirados por gobiernos del PRI de las década de 1950 y 1960.
Moreno, el actual líder del PRI, ha prometido hacer frente a las propuestas del presidente una a una, pero muchos recuerdan sus relaciones cordiales con López Obrador cuando era gobernador de Campeche. Algunos creen que López Obrador tiene poder sobre Moreno porque el presidente podría decidir si investiga las acusaciones de corrupción sobre el exgobernador.
El bando disconforme está liderado por Ulises Ruiz, exgobernador del estado sureño de Oaxaca, cuyo gobernador actual, al que al parecer se opone Ruiz, es un aliado de López Obrador.
Moreno atribuyó los choques del martes a los partidarios de Ruiz y afirmó que «son lacayos, son esquiroles de Morena, son infiltrados de Morena», y prometió expulsar a Ruiz.
El bando de Ruiz sugirió que Moreno había orquestado la confrontación para colocarse en el lugar de la víctima. «Las declaraciones de (Moreno) sólo reflejan su incapacidad para el diálogo y su falta de vergüenza para renunciar ante sus nulos resultados», indicó una cuenta del grupo en Twitter.
Ruiz es un improbable líder reformista: En 2006 estuvo cerca de ser expulsado de la gubernatura de su estado, Oaxaca, durante una insurrección de maestros y activistas.
Los otros gobernadores y senadores que aún tiene el PRI aún no han hecho comentarios sobre la disputa. El partido gobernó México entre 1929 y 2000 y recuperó brevemente la presidencia entre 2012 y 2018, pero ese gobierno estuvo tan marcado por los escándalos de corrupción que podría haber ahuyentado para siempre a la mayoría de los votantes del partido.