La empresa tecnológica alemana Bosch abrió una fábrica de microprocesadores que tuvo un costo de 1.000 millones de euros (1.200 millones de dólares) en la ciudad de Dresde, en el oriente de Alemania, para ayudar a cubrir la creciente demanda de semiconductores.
Una escasez mundial de semiconductores ha obligado a grandes empresas automotrices como Volkswagen y BMW a reducir la producción de vehículos en meses recientes.
«Los cuellos de botella del mercado de semiconductores han complicado aún más la recuperación económica tras la crisis del coronavirus», dijo la canciller alemana Angela Merkel en la ceremonia de apertura.
A través de una transmisión por video desde Berlín, insinuó que los microprocesadores han reemplazado al petróleo como la «vida» de las economías.
Bosch, un importante proveedor para la industria automotriz, dijo que la fábrica representa la inversión única más grande en sus 130 años de historia. Empleará a 700 personas para producir obleas de silicio que contienen decenas de miles de chips que controlarán los sistemas de control de estacionamiento, frenado y bolsas de aire.