La hambruna es inminente en la asediada región de Tigray, en el norte de Etiopía, donde cientos de miles de personas podrían morir, advirtió el máximo responsable de asuntos humanitarios de Naciones Unidas.
Mark Lowcock dijo que la economía ha quedado destruida, además de negocios, cultivos y granjas, y no hay servicios bancarios ni de telecomunicaciones.
«Ya hemos oído hablar de muertes relacionadas con el hambre», afirmó en un comunicado.
«La gente tiene que despertar», apuntó Lowcock. «La comunidad internacional tiene que dar un paso adelante, incluso mediante la provisión de dinero».
Nadie sabe cuántos miles de civiles o combatientes han muerto desde que los meses de tensiones políticas entre el gobierno del presidente, Abiy Ahmed, y los líderes de Tigray, que en su día dominaron el ejecutivo nacional, derivaron en una guerra el pasado noviembre.
Eritrea, enemigo desde hace años de Tigray, se unió a la vecina Etiopía en el conflicto.
A finales de mayo, Lowcock dibujó un sombrío panorama en Tigray desde el inicio de la guerra, con un estimado de dos millones de desplazados; civiles muertos y heridos: violaciones y otras formas de «violencia sexual aberrantes» generalizadas y sistemáticas, y la destrucción de infraestructuras públicas y privadas esenciales para la población como hospitales y tierras agrícolas.
«Ahora hay cientos de miles de personas en condiciones de hambruna en el norte de Etiopía», afirmó Lowcock. «Esta es la peor hambruna que el mundo ha visto en la última década, desde que un cuarto de millón de somalíes perdieron la vida en 2011. Esto recuerda a la colosal tragedia de 1984 en Etiopía».
En la desastrosa hambruna de 1984 y 1985, alrededor de dos millones de africanos murieron de inanición o enfermedades relacionadas con la hambruna, cerca de la mitad de ellos en Etiopía.