«No es el stress lo que nos mata, es nuestra reacción al mismo». Hans Selye
Estamos más de un año de declarada la pandemia por el Covid 19. Lo que produjo la pérdida de miles de empleos por el encierro al que estuvimos sometidos y las restricciones para la venta y compra de muchos productos o por el cierre de empresas y despido de personal.
O incluso por el temor del contagio de una persona que debía ingresar todos los días a una vivienda, procedente de su casa, para ayudar con las tareas; como las asistentes de limpieza y jardineros.
Las inscripciones para recibir la vacuna han iniciado y como la necesidad de producir ganancias y ganar un salario para sostener la familia está más presente, pues la pérdida de empleos, y la reducción de salarios llevó al desgaste de los ahorros y la creación de deudas familiares que hay que pagar, nuevamente, dejando un poco el temor de lado hemos salido a la calle a buscar empleo.
Los diarios han empezado a publicar secciones de empleos y las personas necesitadas acuden a los lugares en busca de un trabajo, un salario y la posibilidad de poner comida en su mesa, pagar la renta y demás gastos, además de las deudas.
Algunas empresas, tanto del ámbito público como del privado, no son del todo realistas en la asignación laboral o a propósito para evitar otro pago de salario están sobrecargando el trabajo en sus trabajadores. Lo que al final resultará contraproducente y unido a la falta de un reconocimiento explícito del trabajo se produce una forma muy efectiva de quemar a alguien con un buen potencial de trabajo y de compromiso dentro de la institución.
En ocasiones, los responsables no tienen información, o menosprecian el trabajo ajeno por considerarlo menos importante o calificado. Otro error es no enfrentar los conflictos y estos pueden acabar convirtiéndose en “un paradigma de comportamiento o en una creencia compartida de que algunas cosas no se pueden tocar ni cambiar y, a partir de esa idea, generar sentimientos de indefensión que vayan mermando las capacidades de alguien.”
Si un empleado no se siente cómodo emocionalmente en el trabajo, esto podría influir en su dedicación, su compromiso y su desempeño hasta límites perjudiciales para la empresa.
Y si a esto unimos el stress que la pandemia está provocando en cada una de las personas, en unas más que en otras, debería prestarse atención a los trastornos de ansiedad, crisis de pánico, depresión o trastornos adaptativos que derivan de las situaciones laborales y de las relaciones que se dan en los centros de trabajo.
Dentro del ámbito laboral hay lucha de poder, hay alianzas ocultas, incluso hay favoritismos, protección y lealtades encubiertas que pueden ocasionar comportamientos abusivos sutiles.
Entonces cuide su salud mental, evite que el trabajo le produzca stress, cuide su salud física, ejercítese, coma tranquilo sus tiempos de comida, duerma ocho horas, socialice con sus compañeros, cuide sus afectos y trate de trabajar con alegría.