Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

He expresado desde este espacio que una de las razones de la máxima polarización fue el hecho de que a algunos no les gustó tener que rendir cuentas en un sistema en el que nos acostumbramos a que no iba a ver consecuencia alguna.

Cuando ese viento cambió y se entendió la dimensión del nuevo aire, hubo quienes pidieron cerrar filas porque se dieron cuenta que enfrentar la justicia era una posibilidad real y de esa cuenta se dieron a la tarea de encontrar formas, operadores, circunstancias y demás circunstancias que pudieran hacerles llegar al oído de algunos fiscales, jueces, magistrados y otros actores políticos en los que pudieran incidir para su beneficio.

He dicho desde este mismo espacio que si el problema, para algunos que están llamados a ser parte de la ingeniería futura del país y no de la maquinaria que busca regresar al pasado, es el “quedar expuestos sin mayores salidas”, que entonces hablemos de la justicia transicional pero la que parta de la aceptación, del compromiso no de no repetir y el de reparar.

No obstante, hay quienes han optado por seguir el curso sabiendo que la porosidad del sistema se los permite. Hay otros que son menos burdos y por un lado hablan “cosas bonitas” y por el otro, hacen lo mismo que los primeros, es decir, buscar las mejores avenidas para lograr que la porosidad sea efectiva y algunos de ellos empiezan a ver frutos y otros se preparan para lo mismo.

En ese contexto es que debemos entender la sentencia en contra de Jaime Aparicio. Se comprobó que dio Q8.2 millones en sobornos y aquí viene el detalle dijo Cantinflas: la idea en algunos casos ha sido que quienes aceptan, no reciben cárcel pero la reparación termina siendo mayor al soborno porque hay quienes creen “que pegar en el bolsillo es donde más duele”.

Pero en este caso, se le dieron 5 años conmutables y la gran reparación que tiene que hacer, es donar una ambulancia. Si Aparicio pagó Q8 millones de mordida, eso quiere decir que fue pisto que no salió de su bolsa sino que ya estaba contemplado dentro de los números de los proyectos asignados. Si los proyectos daban para Q8 millones en mordidas, las utilidades son iguales o mayores al soborno, así de sencillo.

Cuando se pagan mordidas en la corrupción, el pisto sale del mismo Estado y lo único que sucede es que en ocasiones el corrupto afecta su “flujo de caja” porque paga las primeras mordidas sin asignaciones del nuevo contrato, pero sabe que una vez aprobado y pagado el “hueveo mal llamado obra”, recupera cualquier suma que haya tenido que adelantar.

Son actos tan burdos y descarados como éstos los que terminan agitando las aguas y que siguen aumentando la presión contenida de la gente. Que hoy no haya calles abarrotadas expresando malestar por esta forma tan descarada de “aprobar” los robos, no quiere decir que la gente no esté harta y definiendo cada vez más las caras que estiman como causantes de este desmadre.

Si usted puede sobornar y luego solo pagar una ambulancia, ese es el incentivo perfecto para aquellos que no actúan al tenor de las reglas y el disuasivo ideal para los inversionistas reales que saben que Guatemala ofrece enormes oportunidades que se ven afectadas por un sistema corrupto y por operadores que maniobran de la misma manera.

Se pueden hacer esfuerzos para atraer inversión pero estos se quedarán en nada mientras el sistema siga permitiendo que Aparicio y cualquiera, pueda hacer de las suyas sin enfrentar mayores consecuencias.

Millones a cambio de una ambulancia e irse a su casa es el negocio redondo para las mafias.

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