Ayer el Canciller explicó los contactos que está teniendo con diversos países para conseguir más dosis que ayuden a una vacunación masiva, tomando en cuenta los desencantos que ha habido con Covax y con Rusia. Dijo que hay pláticas con Cuba, Taiwán y China, explicando que, desde su punto de vista, la salud no tiene ideología y que se puede hablar con todos los que puedan proveer algún tipo de vacuna y, por supuesto, tiene toda la razón porque mientras se puedan obtener dosis que verdaderamente inmunicen a la población no deberá importar de donde vengan.
Yo menciono el tema de la ciencia, además de la salud, porque está demostrado que muchos políticos, al margen de ideologías, tratan de interferir con los científicos e imponerles su propio criterio, pasando por alto toda la data que pueda existir sobre asuntos que demandan comprobaciones alcanzadas de manera realmente científica. Y en el tema de las vacunas, alrededor del cual circulan un montón de versiones y conspiraciones, es fundamental que nos atengamos a lo que es realmente probado por autoridades que no se contaminan con el manejo político de los temas y allí es donde entran en juego otras consideraciones, no necesariamente ideológicas.
Putin no es el Presidente de Rusia y jefe de algún partido comunista. Simplemente es un dictador como tantos otros que sabe cómo ordenar aún a los científicos que digan lo que él quiere que digan. Pero sin irnos tan lejos, durante los últimos cuatro años en Estados Unidos los Centros de Control de Enfermedades y la misma Administración de Alimentos y Drogas (CDC y FDA) cayeron en las redes politiqueras de Donald Trump, quien por mucho que mantuviera estrecha amistad y tolerancia con Putin no puede compararse con el ruso desde el punto de vista de sus orientaciones ideológicas.
El problema es cuando en un sistema se pierde la noción de los pesos y contrapesos y una persona, de forma autoritaria, pone a todos a marchar de acuerdo a su particular visión de la realidad. Eso es lo que realmente constituye un gravísimo problema para cualquier sociedad y lo sabemos todos los que en cierta etapa de nuestra historia hemos estado sometidos a alguna forma de dictadura, porque lo que ocurre es que la opinión de quien tiene el poder, que puede ser una persona como es el caso de Putin o de Trump, o de un conjunto de personas que actúan de común acuerdo, como pueden ser los casos de Cuba y China, además del de Guatemala que ahora está bajo control de una banda de corruptos.
Lo que necesitamos es disponer de vacunas que sean científicamente probadas, que hayan pasado todo el proceso de verificación que existe mundialmente para dar luz verde al uso de un medicamento. Una vez logrado todo eso la ciudadanía puede tener confianza y aceptar el uso de una vacuna sin las dudas que genera el no tener certeza de qué tan efectivo es lo que le están inyectando a uno.
De dónde vengan las vacunas no importa. Lo que si importa es que sean probadas, que hayan pasado su proceso y se demuestre su efectividad.