Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
Se caracteriza porque las personas tienden sistemáticamente a pensar que saben más de lo que saben y a considerarse más inteligentes de lo que son. Este efecto fue estudiado por los psicólogos de la Universidad de Cornell en Nueva York, y publicado en 1999 en “The Journal of Personality and Social Psychology”.
Se basa en algunos principios: los individuos incompetentes tienden a sobreestimar sus propias habilidades y son incapaces de reconocer habilidades en los demás. Con anterioridad, Charles Darwin ya había enunciado “La ignorancia engendra más confianza que el conocimiento”. La mayoría tendemos a valorarnos a nosotros mismos por encima de la media, lo que estadísticamente es imposible.
Los investigadores realizaron un experimento consistente en medir las habilidades intelectuales y sociales de una serie de estudiante y pedirles una autoevaluación posterior. Y los resultados fueron: Los estudiantes más brillantes estimaban que estaban por debajo de la media; los mediocres se consideraban por encima de la media; y los menos dotados y más inútiles estaban convencidos de estar entre los mejores. Estas observaciones, son preocupantes porque según ellas los más incompetentes no solo tienden a llegar a conclusiones erróneas y tomar decisiones poco afortunadas, además de que su incompetencia les impide darse cuenta de ello.
El escritor José Caldaso escribió en el año 1772 una obra titulada “los eruditos a la violeta o Curso completo de todas las ciencias”. Publicado como regalo a los que pretenden saber mucho estudiando poco.
La tendencia que tenemos de sobrevalorar nuestras capacidades y aptitudes constituye un sesgo que nos lleva a asumir que somos más capaces o que sabemos más de lo que realmente somos o sabemos. En los resultados de la investigación realizada por Dunning-Kruger se observó que cuanto mayor era la incompetencia del sujeto menos consciente era de ella y más positivamente sesgada era su valoración. Mientras que los sujetos de mayor competencia tendían a infravalorar su capacidad y subestimar su propia competencia. Para evitar este efecto, todos tenemos que tener conciencia de su existencia y que podemos participar en él, ya que todos tenemos diferentes áreas de incompetencia.
Creo que este efecto puede ser visiblemente dañino para la sociedad y para asumir una perspectiva de trabajo en equipo. Ya que, quien se considera erudito, difícilmente pedirá opinión o ayuda a los demás.