Por: Santos Barrientos

Allan Hobson, un renombrado psiquiatra especialista en el estudio de los sueños, nos explica, a través de un recorrido sobre sus sueños y sus construcciones teoréticas, cómo las representaciones cognitivas, los sucesos cotidianos, sensaciones y percepciones, permiten construir un campo de imagen secuencial durante el sueño MOR. Los cuales aplicó después a sus estudios del cerebro. A esto lo llamó Escenario Onírico, donde la creatividad y el sueño contribuyen a la experimentación de la realidad. Se hace más visible el sentir interno y la percepción onírica, recreando mundos ficticios, como si fuera un cuento que transcurre durante el sueño. La vivacidad de las imágenes permite al soñador verter de poder creador a la razón, derivado a la interrelación consecuencial del cerebro-mente al construir universos ficticios.

Los 13 sueños que Freud nunca tuvo, publicado por el Fondo de Cultura Económica, es un libro donde Hobson nos demuestra que el cerebro en estado MOR y el sueño MOR configura un patrón mejor elaborado que la construcción de los reflejos mostrada por Freud. Cuando soñamos construimos universos y al construirlos los entendemos. Son las imágenes de la realidad que interactúan con la masa cerebral, para que al final, al momento de soñar se configure una serie de patrones que reproducen el mundo.

Los sueños, a su vez, alimentan el sentido emocional del ser humano o, en un sentido práctico, elaboran el poder psicológico del actuar del ser humano en determinadas circunstancias. Se me ocurre, grosso modo, el sentir miedo ante lo desconocido; es en ese momento cuando se activa el lóbulo límbico y crea una serie de sensaciones erróneas de la realidad.

La fisiología del sueño que nos muestra Hobson contribuye al desarrollo de los paradigmas oníricos, de la elemental idea de la hiperasociabilidad de los sueños, a diferencia de las construcciones freudianas que relaciona que los sueños son sobredeterminados. Asimismo, es importante sostener que durante el transcurso de los 13 sueños que el autor describe y estudia, muestra, prima facie, la experimentación en torno a la conducta criminal; es decir, conocer la conducta disociativa del ser humano.

Parece importante agregar que el mundo de los sueños es un proceso que fundamenta el deseo de la acción. Es decir, lo que se llama fenómeno conductual o arrastre de otros estados de percepción onírica. Y esto es lo que ocurre cuando el ser humano, por ejemplo, al levantarse de madrugada o al acostarse a ʻaltasʼ horas de la noche se encuentra despierto en un estado conductual, donde solo se mueve por pura sensación, puesto que el cerebro aún se encuentra en un estado del “sueño conductual”, tal como lo explica el autor detalladamente.

Leer Los 13 sueños que Freud nunca tuvo es incorporarse al interesante estudio de los sueños, donde la ficción y la realidad se escinden y forman una unidad, la interconexión de las acciones y las percepciones son tan vívidas en el sueño, como si fuese una realidad representada por imágenes del mundo que conforman el espacio en que se mueve el ser humano.

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La flecha y el ciclo del tiempo, de Stephen Jay Gould

La idea de la inmensidad del tiempo es tan amenazante para la comprensión y contraria a la concepción bíblica del mundo, que no fue poca cosa que los estudiosos de la Tierra modificaran sus estimaciones de la edad de este planeta de los miles de años a los miles de millones de años. Ningún otro problema ha sido más importante en la historia del pensamiento geológico. Stephen Jay Gould analiza en este libro el proceso de aceptación del tiempo profundo, como consenso entre académicos, el cual se extendió por un periodo que va de mediados del siglo XVII hasta inicios del XIX.

La alegría, de Luiz Ruffato
Encontramos en la voz de Luiz Ruffato la historia de un viaje sin rumbo, donde lo maravilloso y lo mezquino de la cotidianidad harán que Luiz, un ser ávido de todo y consiente de nada, corra y tropiece ante los infortunios de la maldad y la crueldad humana. El autor devela, a partir de encuentros con seres extraños y situaciones mayormente raudas, la silueta de alguien en busca de sí mismo. Lo traza de una forma tan frágil y carente de malicia, como la sombra de alguien que aún no logra vislumbrar su andar. Es una obra donde se advierte que lo irreal, puede sencillamente, no siempre serlo.

Los carcomidos, de Agustín Cadena Rubio
Los seres de carne putrefacta y una brea negra que sale de las heridas abiertas, los que ya no viven, pero tampoco están muertos, esos a los que llaman los carcomidos, son los que están acabando con el pueblo entero. Allí viven Cristina, Esteban y Arturo, quienes sobrevivieron a esta epidemia después de que sus padres murieran, pues esta enfermedad, por alguna razón, no afecta a los niños ni a los adolescentes. Para colmo, un día desaparece Natalia, la hermana de Cristina, sin dejar rastro alguno.

 

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