ROMA / AP
En respuesta a denuncias de mala gobernanza y flaqueza moral en la diócesis ecuatoriana de Riobamba, el papa Francisco aceptó el miércoles las renuncias no sólo del obispo que alcanzó la edad de retiro sino también la de su heredero designado, sobre quienes se multiplican las acusaciones en Ecuador.
Los renunciantes son el obispo Julio Parrilla Díaz, quien cumplió 75 años el mes pasado, y su coadjutor, monseñor Gerardo Miguel Nieves Loja, de 53.
Nieves había sido designado obispo coadjutor de Riobamba el año pasado y debía ser consagrado obispo en febrero para suceder a Parrilla cuando éste cumpliera 75 años, la edad canónica del retiro, pero presentó su renuncia a Francisco una semana antes de la ceremonia.
Parrilla confirmó la renuncia de Nieves en una carta a su diócesis firmada el 19 de febrero y reproducida por la agencia católica en español Religión Digital. Parrilla dijo que comprendía la decisión de Nieves y destacó que 500 personas habían firmado una carta en apoyo al coadjutor.
Una comunicación enviado por la Conferencia Episcopal Ecuatoriana a The Associated Press, y suscrita por monseñor Luis Cabrera, presidente de ese organismo, señaló que “ante la serie de mentiras y falsedades que se han emitido en torno a la aceptación de la renuncia al gobierno pastoral de la diócesis de Riobamba, presentada por Su Excelencia Mons. Julio Parrilla Díaz, es necesario saber que todos los obispos diocesanos … están obligados a presentar su renuncia una vez cumplidos los setenta y cinco años de edad”.
Destacó que “aceptar una renuncia prevista por el derecho eclesiástico no es una destitución”, y aseguró que “esta noticia oficial de la Iglesia deja sin fundamento los falsos rumores que tan solo buscan desprestigiar una acción pastoral”.
Acerca de Nieves aclaró que “se debe a razones personales que nadie tiene el derecho de poner en tela de juicio, ya que toca lo más sagrado de cada persona como es su libertad y su responsabilidad”.
La misionera española Julia Serrano, quien vive desde hace 40 años en Ecuador, denunció hace semanas la calidad moral de ambos obispos y en declaraciones a The Associated Press dijo que cometieron irregularidades “en todo el manejo financiero de la diócesis».
“No han dado cuentas de la venta de terrenos, de construcciones y de lotizaciones en terrenos de la iglesia, nadie sabe donde están esos dineros”, dijo, además de denunciar que “mandaron a retirar todos los símbolos del martirologio y del compromiso de la iglesia latinoamericana al servicio de los pobres«.
Añadió que esos obispos cobraban por todo «una misa de difunto valía 70 dólares, exigían a los curas que salgan a pedir limosnas con la advertencia de que los feligreses no podían poner menos de un dólar en el platillo, bendiciones de casas, bautizos, matrimonios, todo tenía costo, eso ya es un descaro, donde hay mucha gente muy pobre, eso es intolerable… Parrilla mandó una carta con aranceles para absolutamente todo«.