Martín Banús M.

Tratándose de un beneficio económico para todos, hemos acallado la vocecita de la consciencia que siempre nos ha dicho que permitir o estimular tal inmigración ilegal, era para todo el país, pero especialmente para las administraciones del Estado, ¡una soberana frescura y una criminal sinvergüenzada!

Aclaremos algunas cosas: La gran mayoría de los menores, no son niños, sino preadolescentes y adolescentes. Otra cosita es que algún porcentaje de estos muchachos seguramente huye de la justicia en Guatemala. También se está cayendo en la cuenta hasta ahora, -aunque esto no parece impostar mucho-, que tales menores antes de alcanzar la frontera de E.U.A., salieron ilegalmente de Guatemala, por lo que cabe preguntarse, ¿quién cuida nuestras fronteras y las de México? Por otro lado, ¿cómo se puede saber que no están siendo comprados o vendidos, prostituidos etc.?

Ya no se trata sólo de una inocente tendencia migratoria de “latins”, sino de toda una consecuencia tercermundista, muy provechosa y sutilmente estimulada, casi cual política económica de Estado, por parte de México, Guatemala, Honduras y El Salvador.

Por un lado, migrantes, padres de menores, Estado y gobierno de Guatemala y política exterior de Estados Unidos. Todos, absolutamente todos, son desvergonzados y criminales además de ¡hipócritas!

Criminales los migrantes porque cometen un crimen al intentar ingresar contraviniendo leyes de aquí y de allá, y desvergonzados porque quieren ir a donde, no los quieren, los discriminan y los maltratan, a cambio de un subtrabajo temporal y riesgoso.

Criminales los padres que incentivan a sus hijos menores de edad, porque contravienen igualmente que aquellos, leyes de inmigración propias y foráneas, pero también desvergonzados porque renuncian a su sabida obligación natural y legal, de criar y mantener a sus hijos menores de edad, pero también por tener más hijos de los que pueden mantener y encaminar en el bien.

Desvergonzadas también las autoridades del país, porque se han complacido en el beneficio económico, producto de las remesas que ya superan a las del café, a sabiendas que son la mayoría de la veces, el producto de actividades ilegales de connacionales. Pero criminales también, -y en primera instancia las presidencias de los tres poderes del Estado-, porque se han acomodado al drama social reflejado en esa lamentable realidad migratoria de compatriotas, menores o no, producto de su corrupción e incapacidad por hacer de Guatemala un país pacífico y próspero para todos. ¡Vale para todos los gobiernos anteriores!

Por último, está claro que la Guatemala de hoy es una muestra clara y fiel, de lo que ha sido pertenecer tan directamente a la influencia hipócrita y mercantilista estadounidense, aun con todo y lo positivo que pudiera haber habido con ellos, pues seguimos siendo desde los sesentas con la Alianza para el Progreso de Kennedy, país en vías de desarrollo, ¡y eso no se vale! Se arrobaron con dinero y amenazas, el derecho de tutelar a estos paisitos y cada vez estamos peor.

Ahora resulta que tiene que venir el Secretario de Estado John Kerry para informarle y hacerle entender a nuestro Presidente, que tiene que controlar sus fronteras, que debe exigir que los padres controlen y se responsabilicen de sus hijos menores de edad, y que haga lo necesario desde el gobierno para que todo eso se resuelva. ¿Acaso no sabía todo eso el Presidente?

Ahora resulta que todos se rasgan hipócritamente las vestiduras con lo de la “criminalización” de los padres de los menores. ¡Claro que son criminales! ¡No hay lugar a discusión! ¡Son criminales e irresponsables! Y los hijos criminales, pues se van a meter otros países, como no quisiéramos que se metieran beliceños u otros vecinos en el nuestro. Recordemos también que esos “pobres” son los mismos que invaden tierras ajenas, ¡aquí en Guatemala! ¿Cuál es la novedad? ¡Son abusivos y la autoridad lo ha permitido! ¡Ahora pretenden hacer lo mismo en otro país! ¿Por qué hay pobres que salen adelante sin ser abusivos y sin irse del país? ¡Porque no traen hijos a su pobreza, sino después de salir de ella!

Concluyamos entonces: En principio, aunque se entiende el por qué, no se justifica ni se puede estar de acuerdo con que guatemaltecos se vayan ilegalmente; responsables de eso: Padres y gobierno.

Otra conclusión, no se justifica ni se puede aceptar que guatemaltecos se hayan estado yendo por razones de subdesarrollo y corrupción gubernamental. Otra, se debe trabajar en una política de Estado que penalice severamente la emigración y la inmigración ilegal, así como la paternidad irresponsable, pues el niño debe ser visto como el futuro y prioridad del país, ¡ni más ni menos! ¡Su protección y formación es vital!

Con gente que no se responsabiliza por sus hijos y gobiernos corruptos, ¿de qué serviría reformar o incluso redactar una nueva Constitución? ¡De nada!

La Constitución como la democracia, adquieren sentido cuando se trata de pueblos conscientes, dignos y de buena voluntad. ¡Pero no es nuestro caso!

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