Carlos Figueroa Ibarra
Existe una diversidad de personajes a quienes se atribuye decir la verdad: niños, borrachos, locos. Después de leer la noticia sobre una audiencia de la Cámara de representantes de Estados Unidos a propósito del debate sobre convertir al Distrito de Columbia en un nuevo estado de la Unión. Un tuit de un analista de ultraderecha de nombre Bill Kristol me hace pensar que ocasionalmente los extremistas fanáticos suelen decir las cosas claras y peladas. El fanatismo extremo puede llevar a las personas a abandonar el terreno del eufemismo o de lo políticamente correcto. Esto fue lo que le pasó a Kristol durante la referida audiencia, cuando tuiteó: “Una de las razones por las que estoy a favor de la condición de estado de D.C.: el crecimiento del tamaño de la República —y nuestra forma distintiva de crecimiento, admitiendo estados con igual estatus— siempre ha sido una señal de nuestro vigor. 60 años con 50 estados es suficiente. Es hora de que DC, Puerto Rico, Cuba (tan pronto como sea libre), 1 o 2 más”.
En pocas palabras: el crecimiento del tamaño de los Estados Unidos de América siempre ha sido una señal de su vigor. EUA debería anexionar en estadidad (statehood) no solamente al Distrito de Columbia sino a Puerto Rico y Cuba. Además de la incredulidad con la que leí la noticia, inmediatamente pensé en los eufemismos de EUA para mantener un brutal bloqueo sobre la isla desde 1962: necesidad de que sea libre (cuando en su opinión era colonia soviética), que sea democrática y que ya no se violen allí los derechos humanos. Cuba nunca fue una colonia soviética por la sencilla razón de que el antiimperialismo de origen martiano le impedía a la dirigencia cubana ser obsecuente incluso con su principal aliado. La democracia estadounidense con su anticuado sistema electoral y su racismo desciudadanizante no es un ejemplo democrático. Y el lugar de Cuba donde realmente se han violado los derechos humanos está en la base militar estadounidense de Guantánamo.
El mérito de Bill Kristol es haber dicho lo que está detrás de la ferocidad imperialista de seis décadas contra la patria de Martí. No radica en su disgusto por el comunismo ni por los sistemas dictatoriales como lo demuestra el hecho de que ha mantenido una relación política y comercial desde los setenta con China. Hoy los cambios económicos que está sufriendo la isla por lo demás garantizarían inversiones estadounidenses y un espacio para hacer ganancias. La verdadera razón del encono imperial está en que Cuba no quiere ser parte de Estados Unidos de América ni como estado de la unión, ni como estado libre asociado (Puerto Rico), ni como seudorepública neocolonial como lo han sido las banana republics. Cuba ha sido una piedra en el zapato en el designio imperial de controlar férreamente el Caribe y Centroamérica como bastión en su proyecto de América latina como patio trasero. Gracias Bill Kristol por unirte a lo que dicen de los niños, los borrachos y los locos.