Imagen ilustrativa. Una persona recibe una vacuna contra el COVID-19 en un centro de vacunación. Foto La Hora/Tobias Schwarz / Pool vía AP.

Por RAF CASERT y FRANK JORDANS
BRUSELAS
Agencia AP

Los gobiernos del mundo enfrentaban hoy un difícil dilema: permitir el uso de la vacuna contra el COVID-19 de AstraZeneca o suspenderlo ante reportes de que causan coágulos sanguíneos, a pesar de que el regulador europeo insistió en que no hay indicio alguno de que los problemas de salud hayan sido causados por las inoculaciones.
La situación ha dividido a los países del mundo, obligando a los líderes a evaluar los riesgos de suspender el uso de dicha vacuna en momentos en que muchas naciones, especialmente en Europa, están sufriendo dificultades logísticas en su campaña de vacunación y enfrentándose a sectores de la población reacias a inyectarse.
Suecia es el país más reciente en optar por la cautela, pese a la advertencia de la directora de la Agencia de Medicamentos Europea de que «está firmemente convencida» de que los beneficios de la vacuna de AstraZeneca superan por mucho a los riesgos.
La funcionaria, Emer Cooke, señaló el martes que miles de personas sufren de trombosis cada año por una gran variedad de causas y que en los ensayos de la vacuna de AstraZeneca no hubo pruebas de que hayan causado coágulos sanguíneos. Aun así, enfatizó, la agencia emprenderá «un análisis sumamente riguroso» y entregará sus recomendaciones el jueves.
Europa tiene varias vacunas de las que puede escoger, pero la decisión sigue siendo complicada en el continente donde el virus está resurgiendo y las campañas de vacunación han sufrido tropiezos.
La decisión es aún más difícil en otros países que dependen casi exclusivamente de la vacuna de AstraZeneca, que es más económica y fácil de aplicar que otras. Esa vacuna es una parte esencial de la iniciativa COVAX de la Organización Mundial de la Salud para hacer llegar las inoculaciones países pobres.
Un ejemplo es Tailandia, el primer país fuera de Europa que suspendió temporalmente el uso de la vacuna de AstraZeneca y que hoy se retractó cuando el primer ministro recibió la suya.
«Hay gente que tiene sus inquietudes», expresó el primer ministro, Prayuth Chan-ocha tras recibir la inyección, «pero debemos tener fe en los médicos, en los profesionales de la salud».
Otros países asiáticos también decidieron seguir adelante con la inyección de AstraZeneca, aunque Indonesia suspendió su uso diciendo que esperará al reporte de la OMS.
Tanto la Agencia de Medicamentos Europea como AstraZeneca y la OMS han insistido en que no hay evidencia alguna de que la vacuna cause trombos. En total 37 personas han reportado haber sufrido coágulos, entre 17 millones de personas que han recibido la inyección en la Unión Europea y Gran Bretaña, afirmó la compañía.

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