Por JENNA FRYER
CHARLOTTE, Carolina del Norte, EE.UU.
Agencia (AP)
Bubba Wallace es el rostro de la diversidad en NASCAR. El mexicano Daniel Suárez tiene un papel igual de importante.
Su camino a NASCAR tuvo una primera escala en el norte de Nueva York en medio del invierno. Su inglés era limitado y la mayor parte de su experiencia había sido en niveles inferiores en México. Pero el dueño del equipo K&N Pro Series se había ofrecido a ser su mentor, por lo que ahí estaba Suárez en Buffalo. En enero.
Volvió a México en cuestión de meses.
Suáres regresó a Estados Unidos al año siguiente, sólo que esta vez se dirigió directamente a Carolina del Norte, el bastión de NASCAR. Su inglés seguía siendo un problema, pero la película de Nicolas Cage «Gone in 60 Seconds» con subtítulos le ayudó tanto con el idioma como con la cultura estadounidense.
Casi nueve años después de que salió de México determinado a correr autos stock en Estados Unidos, Suárez se convirtió el fin de semana pasado en el primer mexicano en la cabina de transmisión de Fox Sports para una carrera de la serie nacional de NASCAR. Para celebrar la ocasión, Suárez narró una vuelta en español — una transición bien intencionada que se vio interrumpida por una inoportuna situación.
«¡Tenemos una bandera amarilla, amigos!», dijo Suárez.
Fue un momento histórico para NASCAR, que desde su fundación en 1948 ha tenido problemas para crear un poco de diversidad. NASCAR nació de la necesidad de organizar el auge de las carreras de autos originado por los contrabandistas de licor ilegal y los mecánicos que volvían a casa de la Segunda Guerra Mundial con la habilidad para construir autos de carreras.
La participación en NASCAR era casi de manera unánime de hombres blancos. Elias Bowie, en 1955, fue el primero de apenas ocho pilotos de raza negra que hayan competido en el nivel más alto de NASCAR; Sara Christian participó en el debut de la Copa en 1949 y sigue siendo una de apenas 16 mujeres en manejar en el máximo nivel del serial.
No se estableció un programa oficial de diversidad y desarrollo hasta 2004, y su éxito ha sido esporádico. Sólo cuatro nombres han llegado a la Cup Series: Aric Almirola, es estadounidense de ascendencia cubana; Kyle Larson que es japonés-estadounidense; Wallace, el único piloto de raza negra con asiento completo en NASCAR; y Suárez, el único campeón nacional hispano en la historia de NASCAR.
El viaje de Suárez ha sido por demás extraño. Se entrenó en el sistema de desarrollo de Toyota y parecía trazarse una carrera con Joe Gibbs Racing, donde ganó el campeonato de la Xfinity Series en 2016.
Ahora está en su cuarto equipo en cuatro años, y el camino turbulento hace que Suárez por momentos pase a segundo plano.
En el último año, Wallace se convirtió en una importante figura en el reconocimiento racial del país y en el rostro de las labores de diversidad de NASCAR. Suárez defiende el sistema de NASCAR que lo llevó a la Cup Series, pero por lo general no es presentado como un éxito del programa de diversidad.
Y, sin embargo, el piloto que apenas podía hablar inglés cuando se mudó a Charlotte en 2012, se encontraba nueve años después en el Phoenix Raceway como parte de una transmisión a nivel nacional en el idioma que aprendió a hablar, en parte, viendo películas de acción.