Alfonso Mata
La desnutrición: muertos ya en vida, vivos que se las ve mal, y muchos viviendo algo peor; de todo se mete en una misma cesta. Las opiniones, los reportajes, los manifiestos de sociedades, los congresos de Salud Pública, de nutrición, en este tema se han producido y pronunciado por años miles de discursos, escritos y conferencias y lo cierto es que todo ello, no permite ni consuelo ni alivio a los que la padecen, ni tan siquiera a uno. Quién sabe si héroes y hombres connotados pasados, si vieran lo que pasa, no nos dirían con mucha razón: mucha retórica y sofística en cantidad; ciertas y bellas, pero no han funcionado. Las intervenciones que abarcan décadas y los millones que se han erogado en su combate, probablemente han salvado muchas vidas, pero solución al problema: No ha habido.

Y es que de todas las alternativas de solución, un rosario de dadivas generosas de lo más pinto y variado, jamás se han planteado como una alternativa de solución, pues de sobra es sabido que un problema de esta naturaleza se soluciona con políticas sociales que atiendan las desigualdades e inequidades a los medios de desarrollo humano y no alimentando como si de polleras o ganados habláramos.

La epidemia de desnutrición que asola y se propaga en campos y ciudades, es consecuencia de las tragedias sociales y económicas en que vive la gente, producto de una estilo y modo de gobernarnos, que los orilla a vivir en terribles condiciones de vida y de trabajo que tarde o temprano conduce a padres, hijos y esposas a lo que los antiguos llamaban miseria fisiológica. Con multitudes de esa naturaleza que viven en nuestro país, es imposible formar Nación soberana alguna. Transformar una catástrofe humana en fidelidad, jamás lo registra la historia a menos que las clases mejor satisfechas lo hagan pero eso necesita de solidaridad y de eso también carecemos. Gente que vive de lo limitado solo puede tener puesto mente y corazón en el estómago, en subsistir, que no le deja espacio alguno ni tan siquiera para protestar y por otro lado, su miseria provoca sentimiento de culpa, pero no soluciones y a los hombres que conducen la patria eso es algo que nos les interesa solucionar ni tan siquiera emprender el camino de su solución. Ellos llegan al poder para hacer negocios no ha desarrollar el largo y paciente trabajo de reunir las posibilidades de sacar a esa gente de su miseria. Ellos trabajan para las minorías, perdón para una minoría unidora y creadora de poder y riqueza, no para los que están mal. Declaración que ha sido tan bien cumplida que se trasformó en un mandato para gobierno tras gobierno. Pueblo y gobierno se han vaciado, han perdido contacto sin que cuaje como creencia la justicia para asentar los cambios; más bien, cada día se afianza más la idea de que este país pertenece a pocos y la inculpación que se les hace, por terrible que sea, los absuelve; les asusta pero no les intimida. Y a si, ambos bandos van errando por la patria, con dos actitudes distintas que no hay ideología que las logre reunir.

La vida. La fuerza del mal a que estamos sometidos y que llega en los desnutridos hasta la muerte, no es más que una variación de naturaleza de poder de una ética arrugada.

Alfonso Mata

alfmata@hotmail.com

Médico y cirujano, con estudios de maestría en salud publica en Harvard University y de Nutrición y metabolismo en Instituto Nacional de la Nutrición “Salvador Zubirán” México. Docente en universidad: Mesoamericana, Rafael Landívar y profesor invitado en México y Costa Rica. Asesoría en Salud y Nutrición en: Guatemala, México, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica. Investigador asociado en INCAP, Instituto Nacional de la Nutrición Salvador Zubiran y CONRED. Autor de varios artículos y publicaciones relacionadas con el tema de salud y nutrición.

post author
Artículo anteriorO son ellos o somos todos y todas
Artículo siguienteActuar para extirpar la corrupción de las instituciones públicas