Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“Las masas son fácilmente incitadas por ideas y opiniones, pero sólo eso, incitadas, no llevadas a pensar”
Carlos Alberto Ospina Parra
Actualmente ha crecido por medio de las redes sociales, una nueva forma de presionar a una persona para que haga, deje de hacer algo, o permita hacerlo, he escuchado con sorna que la chismografía es el deporte nacional, y creo sin lugar a duda que es una realidad más que evidente a lo largo de la historia.
Hemos llegado al punto, que se puede catalogar de verdadero linchamiento mediático, el que se ejerce contra algunas personas y personajes, sin que se tome en cuenta que el ser humano es un ser social, que tiene un círculo de amigos y una familia, se ha convertido en un delito trabajar, saludar, sonreír, tener amigos o simples conocidos, siempre que alguien diga que existe algo malicioso en la amistad, el trabajo, el saludo o simplemente saludar, es un hecho consumado.
Escribo lo anterior con conocimiento de causa, hace ya casi 13 años fui secuestradas y violada, posteriormente los medios de comunicación se crearon cualquier tipo de historia sobre mi persona, se barajaron varias “verdades” convirtiéndome a los ojos de la sociedad en prácticamente una escoria sin que yo haya dicho ni hecho nada que lo justificara, de victima pasé a victimaria, revictimizándome, ¿Qué si sufrí? Enormemente, pero no solamente por mí, no existo sola, tengo unos hermanos, primos, amigos, pero ante todo dos hijas que fueron víctimas indirectas, pero no por eso sufrieron menos del linchamiento mediático al que me vi expuesta, simplemente porque quise gritar la verdad de lo que sucedió no he escrito mi verdad, es la verdad, solamente yo sé lo que viví, nadie más que mis agresores estuvieron allí, sin embargo fui atacada y vilipendiada por lo que se conoce como sociedad civil, que engloba varias organizaciones que se dan golpes de pecho, y publica o tras el telón, dirigen sus huestes a quien su agenda se los ordena, sin importar el daño colateral que infrinjan.
Viene a colación lo anterior, porque conozco al licenciado Omar Barrios desde hace muchos años, como un profesional comprometido con la academia, que, como todos los que ejercemos la profesión liberal, tomamos un caso, lo estudiamos y litigamos, no es nuestra labor juzgar, siempre que tengamos como fuente la verdad, sobre ella trabajamos.
Es reconocida su calidad académica, así como su conocimiento del derecho administrativo, sus alumnos lo respetan, como profesional independiente, también es reconocido como un profesional que suma a su experiencia su lucha y esfuerzo.
En el caso del licenciado Barrios, a diferencia mía, el curso que el imparte en la USAC, salió a oposición hace varios años, desafortunadamente en 22 años que tengo de impartir el curso que para mi orgullo imparto, nunca salió este a oposición, él es docente titular y yo interina.
Durante los años que tengo de conocerlo he sido testigo de su evolución académica. compartimos en su momento, un programa para la televisión universitaria, y diversas actividades, en las que hemos participado como docentes y profesionales, sin que haya conocido cuestionamiento alguno sobre su persona, tomando en cuenta que conocemos a las mismas personas por los círculos en los que nos desenvolvemos.
Pero Omar Barrios no es solamente el abogado, docente, litigante, o asesor, es un ser humano, que tiene una familia, hijos, padres, amigos, que se ven golpeados por las diferentes noticias sobre supuestos hechos, que pudieran ser parte de su quehacer, dándoles una connotación satánica ilógica, que se han hecho virales en las redes sociales, la problemática de esta situación, estriba en que cualquiera puede escribir cualquier cosa sobre una persona, escudándose en el fuero de la libertad de pensamiento, sin que se ventilen los hechos en los tribunales, quedando esa mancha por siempre en el imaginario colectivo, sin que exista un proceso, un juicio y como consecuencia una condena.
Mis hijas y hermanos sufrieron lo que de mi se dijo en su momento, no solamente los medios de comunicación tradicionales, también lo que replicó el populacho sin que nadie más que yo misma saliera en mi propia defensa, lo que significó un desgaste y dolor.
Leí la noticia sobre la hija de Maradona, quien hastiada del hostigamiento de los medios de comunicación y las redes sociales escribió lo siguiente: “Si yo me suicido por todo lo que están diciendo de mí, ¿quién es el culpable de la decisión que yo tome por no aguantar más el hostigamiento constante? Nadie, ¿no? Porque nunca nadie se hace cargo de nada” señaló luego que los periodistas Sandra Borghi y Luis Ventura, la acusaron, de no ayudar a su padre.
Me pregunto ¿Dónde termina la libertad de emisión del pensamiento e inicia el derecho a la vida privada y el ejercicio profesional?
Me contesto: La calificación la hará quien no tenga techo de vidrio, lo que es lo mismo nadie.