Por STEVEN SLOAN
WASHINGTON
Agencia AP
El resultado del segundo juicio político del expresidente Donald Trump puede parecer predeterminado, pero el juicio en sí es importante.
Los demócratas que quieren enjuiciar a Trump por incitar a una insurrección mortal en el Capitolio tendrán dificultades para persuadir al menos a 17 republicanos de que condenen al exmandatario. El mes pasado, 45 de los 50 senadores republicanos respaldaron una propuesta para desestimar el juicio, esencialmente un vistazo a cómo se desarrollará la votación final.
Pero el juicio que comenzará el martes es en última instancia una prueba de si un presidente, que ocupa un cargo que muchos de los fundadores de la nación temían que pudiera volverse demasiado poderoso en las manos equivocadas, está por encima de la ley. Los senadores se verán obligados a quedarse quietos, escuchar la evidencia y enfrentar preguntas elementales sobre la democracia estadounidense. Habrá evidencia visual y visceral, y el pueblo estadounidense estará observando.
El veredicto y el proceso en sí serán analizados durante generaciones.
«Para los historiadores, lo que hace ese juicio es proporcionar evidencia y documentación adicional bajo juramento», dijo Carol Anderson, profesora de estudios afroestadounidenses en la Universidad de Emory. «También nos da una idea de la fuerza o la debilidad de la democracia estadounidense a medida que los senadores son confrontados con esta evidencia».
Será un recordatorio a nivel humano del horror vivido en el Capitolio el 6 de enero.
Los senadores revisarán el llamado de Trump esa mañana a «luchar como endemoniados» antes de que una multitud de leales se presentara en la sede del Congreso para hacer precisamente eso. A los senadores se les recordará los llamados de los alborotadores pidiendo ahorcar al entonces vicepresidente Mike Pence. Los fiscales de la Cámara de Representantes rememorarán la imagen de un policía aplastado entre puertas, con sangre saliendo de su boca, mientras entraba la multitud violenta. Podría haber evidencia adicional de cómo otro oficial, Brian Sicknick, murió defendiendo el edificio.
Si eso no es suficiente, a los senadores se les recordará su propia vulnerabilidad cuando huyeron del asalto.
Y luego tendrán que decidir si debería haber consecuencias. Pero el potencial de una absolución no significa que el juicio deba abandonarse antes de que comience, dijo el congresista Val Demings.
Casi dos tercios de los estadounidenses creen que Trump es responsable en parte de los disturbios, según una encuesta publicada la semana pasada por The Associated Press-NORC Center for Public Affairs Research. La mitad dice que Trump tiene una gran o bastante responsabilidad.
La mayoría de los republicanos lo absuelven, pero 3 de cada 10 creen que tiene al menos una parte de culpa por los hechos.