Los paisajes sonoros del océano del Antropoceno, la era presente dominada por el impacto de la civilización, son fundamentalmente diferentes de los de la época preindustrial. Foto la hora: Europa Press/Dpa

MADRID
Agencia dpa/(Europa Press) –

Los paisajes sonoros del océano del Antropoceno, la era presente dominada por el impacto de la civilización, son fundamentalmente diferentes de los de la época preindustrial.

Se han convertido cada vez más en una estridente cacofonía a medida que el ruido de la actividad humana se ha hecho más fuerte y prevalente, según un estudio internacional publicado en la revista ‘Science’ y en el que participan investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

En una revisión, el investigador Carlos Duarte y sus colegas de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdalá, de Arabia Saudí, muestran cómo el rápido cambio del paisaje sonoro de los océanos modernos afecta a la vida marina en todo el mundo. Según los autores, mitigar estos impactos es clave para conseguir un océano más saludable.

Desde los cantos plangentes de los cetáceos hasta el rechinar de los hielos marinos del Ártico, el coro natural de los océanos del mundo es interpretado por un vasto conjunto de sonidos geológicos (geofonía) y biológicos (biofonía).

Sin embargo, desde hace más de un siglo, los sonidos de las actividades humanas en alta mar, como la pesca, el transporte marítimo y el desarrollo, se han añadido cada vez más a la mezcla, haciendo que los océanos modernos sean mucho más ruidosos que antes.

Pero no sólo se han añadido nuevos ruidos: las actividades humanas también han hecho más silenciosas algunas zonas del océano. Por ejemplo, el deterioro de hábitats como los arrecifes de coral y la caza de grandes mamíferos marinos, entre ellos las ballenas, que son muy ruidosas, han provocado una drástica disminución de la abundancia de animales que producen sonidos.

Además, la pérdida de hielo marino debida al rápido calentamiento de nuestro clima ha alterado drásticamente la acústica natural de los entornos marinos del Ártico.

Al evaluar más de 40 años de investigaciones publicadas, Duarte y el equipo descubren que el ruido antropogénico, o «antrofonía», un tercer componente además de la biofonía y la geofonía, está afectando negativamente a los animales marinos, afectando a su comportamiento, fisiología y, en algunos casos, a su supervivencia general.

Sin embargo, a diferencia de muchos otros factores de estrés antropogénicos en los ecosistemas marinos, los autores sostienen que los efectos nocivos de la contaminación acústica podrían disminuir rápidamente mediante la mitigación y regulación de las fuentes de ruido marino.

«Los cambiantes paisajes sonoros de los océanos se han convertido en el descuidado ‘elefante en la habitación’ del cambio oceánico global –escriben los investigadores–. En una época en la que las sociedades miran cada vez más a la ‘economía azul’ como fuente de recursos y riqueza, es esencial que los paisajes sonoros de los océanos se gestionen de forma responsable para garantizar el uso sostenible del océano».

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