Se vuelve a plantear como urgente necesidad cambiar la forma de designar a los magistrados del sistema de justicia, lo cual es absolutamente cierto e indispensable, pero el gran problema que existe y que debemos encarar es que quienes tienen la facultad constitucional de hacer los cambios están comprometidos con la corrupción y la captura de los tres poderes del Estado. Son los diputados al Congreso de la República, nada más y nada menos, los que tienen el mandato de hacer cambios o ajustes al sistema y no creo que haya ningún ingenuo que pueda suponer que de ese Congreso pueda salir algo bueno para el país. Los hechos demuestran con absoluta claridad qué clase de diputados tenemos y así como aprobaron aquel presupuesto que obligó a la gente a salir a la calle, cualquier cosa que toquen será igual de podrida y sucia.
En realidad se trata de un callejón sin salida que pone al país contra la pared. Hoy por hoy toda la lucha está centrada en asegurar el control de la Corte de Constitucionalidad porque ello es la clave para la elección de todos los magistrados, incluyendo a los que en abril han de integrar esa alta Corte que hoy por hoy sigue siendo el último valladar de la legalidad para impedir el atropello que se han propuesto políticos, funcionarios y particulares que necesitan, a pura fuerza inmunidad, para continuar sin preocupación con el saqueo a que nos tienen sometidos.
Un cambio importante, sin duda, está en plano de las relaciones internacionales porque tras cuatro años que no fueron de indiferencia ante la corrupción sino de abierta y burda complicidad, la Casa Blanca ahora tiene el mensaje claro de que ahora sí entienden que la migración es un problema, pero que no se podrá detener en tanto continúe el robo descarado que se hace de los recursos públicos, esos que tendrían que servir para promover desarrollo en las comunidades y así darle oportunidades a la gente. Trump fue pieza clave en el desmantelamiento de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala porque él se identificó plenamente con Jimmy Morales, coyotes de la misma loma, y fue el factor decisivo para terminar la lucha contra la impunidad, dejando más solo que el Llanero Solitario al Fiscal Juan Francisco Sandoval, de la FECI, que lucha contra fuertes corrientes, aún dentro del mismo MP, para ir investigando casos.
Se anunció ya la necesaria integración de una comisión internacional para combatir la corrupción en el Triángulo Norte de Centroamérica y eso es promisorio, pero falta ver si nuestro Congreso aprueba un acuerdo internacional que tenga esa finalidad porque no dejan lugar a dudas sobre cuál es su actitud. Cínicos, argumentan la “obligación” de acatar el fallo judicial para juramentar a Moto, pero descaradamente ignoraron la resolución de la CC para que eligieran a los magistrados de Salas y de la Corte.
Yo creo en los milagros, pero jamás podré pensar que los diputados actuales que controlan el Congreso se vayan a honrar. Ni siquiera que algunos de ellos, porque son pura gallina que come huevo.