Emilio Matta Saravia
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El gobierno de Guatemala actuó sin diligencia, mucho menos con sentido de urgencia, para obtener la vacuna para inmunizar contra el COVID. Recién a finales del año pasado las autoridades anunciaban con gran pompa la inclusión en el mecanismo COVAX para la obtención de las vacunas y a inicios del 2021 la iniciativa de ley para poder comprarlas también de forma directa con uno o varios proveedores. Llama poderosamente la atención que uno de los laboratorios con los que se negocia la compra directa pide, casualmente sólo a Guatemala, un acuerdo de confidencialidad. Siendo el Ministerio de Salud uno de los principales focos de corrupción en el gobierno, dicho acuerdo hiede a corrupción.
En todo caso, la mejor expectativa es tener las primeras dosis de esta vacuna en marzo o en abril. Y mientras esto ocurre en Guatemala, otros países de la región, no sólo los Estados Unidos, ya iniciaron sus programas de vacunación. Efectivamente, le ha faltado mucho sentido de urgencia al gobierno.
Pero además de la adquisición de las vacunas, se necesita de un plan operativo de vacunación serio y meticuloso, que abarque de forma muy detallada, entre otros puntos, el transporte hacia el país, los mecanismos de importación de la vacuna, el almacenaje al recibirlo (puertos o aeropuertos), el transporte hacia el o los centros de almacenaje de la vacuna, la distribución hacia los distintos puntos de vacunación y el almacenaje en dichos puntos de vacunación, auditando que en todos los puntos que se haya mantenido intacta la cadena del frío de la vacuna, ya que la misma disminuye su efectividad al perder su temperatura ideal. Para auditar que la cadena de frío se mantenga desde el embarque en el extranjero hasta los puntos de vacunación, inclusive, existen mecanismos tecnológicos (bitácoras electrónicas de temperatura y softwares que leen dichas bitácoras, pudiendo hasta imprimir dichos registros) que permiten dar trazabilidad a la temperatura en todo momento desde su manufactura hasta su consumo. También hay que detallar en dicho plan el abastecimiento de los suministros necesarios (jeringas, alcohol, gasa, etc.), en cantidad y calidad, que se deben tener disponibles en cada punto de vacunación al momento de dar la dosis. Asimismo, el manejo de la información será crítico, ya que con la información de las bases de datos con las que el gobierno debe contar luego de la pandemia, debería serles relativamente fácil cuantificar la cantidad de personas que cada punto de vacunación puede atender, de tal forma que se puedan planificar la cantidad de vacunas y suministros que necesitaran, el espacio de almacenaje requerido y al personal necesario para suministrar las dosis de vacunas en base a la población que se atenderá en cada punto.
Las contingencias en este plan también serán torales. Las garantías de que las vacunas llegarán en tiempo y forma a todas y cada una de las personas que serán vacunadas, así como la deducción de responsabilidades en caso la vacuna genere alguna reacción dañina a las personas debido a un mal manejo en la cadena de suministro de la vacuna, deben ser puntos centrales que se aborden en este plan.
La falta de transparencia del gobierno en el manejo de la información durante la pandemia, así como los errores logísticos y administrativos del Ministerio de Salud, hacen necesario que el gobierno divulgue abiertamente y de forma detallada cómo se abordará la vacunación y los detalles de la compra de la vacuna.