Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia

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El 3 de abril de 2019 el Diario de Centro América publicaba una nota sobre la presentación del programa “Acompáñame a crecer”, la cual fue hecha con gran pompa, como era y sigue siendo costumbre, por el entonces presidente Jimmy Morales, junto a su esposa y las autoridades del Ministerio de Educación. El programa fue creado bajo el acuerdo ministerial 3512-2018, y entre sus objetivos estaban: propiciar el desarrollo infantil temprano de la niñez de 0 a 4 años, promover la coordinación intersectorial entre organizaciones, instituciones y asociaciones publicas y privadas en beneficio integral de la niñez, garantizar oportunidades de aprendizaje para las niñas y niños que asisten a los centros Comunitarios de desarrollo Infantil Temprano, llamados CECODIT (Centros Comunitarios de Desarrollo Infantil Temprano), alcanzar el máximo desarrollo integral y armónico de las destrezas de niñas y niños y fomentar el crecimiento saludable de los niños mediante una nutrición adecuada.

El martes pasado, casi 2 años después, el ahora presidente, Alejandro Giammattei vuelve a presentar otro programa “Acompáñame a crecer” donde junto con la ministra de Educación, vuelven (note la redundancia) a firmar un acuerdo gubernativo, a pesar de que ya existía un acuerdo creado para el programa ya citado. Sin leer aun el “nuevo” acuerdo, sospecho que es muy similar al acuerdo ministerial 3512-2018, ya que, en líneas generales, el “nuevo” programa comprende la atención integral a los menores de 0 a 4 años, erradicar la pobreza, combate a la desnutrición, prevenir la mortalidad y morbilidad infantil, crear oportunidades en la familia y la comunidad y generar espacios seguros y de armonía para los pequeños (niñas y niños).

Por si fuera poco, el 14 de diciembre de 2020, en una nota publicada por Prensa Libre, indicaba dicho medio que la ejecución del préstamo por US$ 100 millones, otorgado por el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) del Banco Mundial para el combate a la desnutrición crónica infantil en Guatemala, va “muy lenta” y el Ministerio de Salud evalúa la “reestructuración de los recursos para hospitales”. Es decir, quitarán recursos del proyecto Crecer Sano (destinado a combatir desnutrición crónica) para “mejorar o fortalecer la infraestructura y equipamiento de hasta tres hospitales modulares”. Escribí en su momento varios artículos, algunos muy fuertes, criticando al Congreso por su negligencia para la aprobación de dicho préstamo, el cual estuvo muy cerca de perderse.

Y por favor no me malinterprete, estimado lector, ya que obviamente la atención a la pandemia también es prioritaria. Sin embargo, si este año el jefe del Ejecutivo solicitó al Congreso ampliaciones presupuestarias por varios miles de millones de Quetzales para atender la pandemia, ¿por qué el ministerio de Salud necesita utilizar fondos originalmente destinados al combate a la desnutrición crónica infantil? Y entonces, ¿dónde están los fondos de las ampliaciones presupuestarias solicitadas al Congreso?

Pregunto: ¿es una prioridad del Estado de Guatemala el combate a la desnutrición crónica infantil? La repetición de programas, fallidos o abortados, a los que ya ni el nombre se molestan en cambiarles, de gobiernos anteriores, así como la “reasignación” de recursos originalmente destinados a combatir la desnutrición crónica demuestran que NO.

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