Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

La marcha y concentración en el zócalo de la Ciudad de México el sábado 3 de octubre muestra que lentamente la derecha empieza a ser nuevamente un actor en la vida política nacional. Pero no es la derecha la que está tratando de tener de nuevo la iniciativa. Ha sido la ultraderecha a través del Frente Nacional Anti-AMLO (FRENA).

En México y Latinoamérica la derecha se diferencia en dos vertientes. La primera sería la derecha neoliberal cuyo pensamiento se ha consolidado en los últimos cuarenta años al calor del auge neoliberal. La segunda sería la ultraderecha cuyo imaginario lo ha provocado el auge que tuvo el posneoliberalismo en los primeros tres lustros del presente siglo. Si la primera derecha cree en la democracia procedimental schumpeteriana y el libre mercado, la segunda se siente incómoda hasta con esa democracia limitada aun cuando comparte la fe en el referido libre mercado. La primera es más sofisticada y trata de disfrazarse de demócrata y liberal. La segunda puede tener una fraseología vagamente democrática pero en el fondo le apuesta al oscurantismo en materia de tolerancia y derechos civiles. La primera deplora los autoritarismos. La segunda tiene rasgos neofascistas. La primera no se articula en torno a los dogmas reaccionarios de la guerra fría. La segunda es abiertamente anticomunista. La primera puede ser sensible a las demandas de género, matrimonio, familia, interrupción del embarazo. La segunda es abiertamente enemiga de todas estas demandas.

La tesitura neofascista de la derecha que salió a la calle en México, la mostró el seudohistoriador Francisco Martín Moreno en una entrevista con su correligionario Pedro Ferriz de Con, Dijo que deseaba volver a los tiempos de la inquisición para colgar o quemar vivos “a todos los morenistas”. Moreno después se disculpó y expresó que su expresión era solamente una “metáfora literaria”. Pero se necesita tener una mentalidad oscurantista para permitirse tales metáforas. La ultraderecha neofascista alardeó en fotos trucadas y haciendo uso de fakenews de una manifestación grandiosa que en realidad no sucedió. Pero cierto es que aunque solamente llenó menos de la mitad del zócalo capitalino, convocó a una cantidad mayor de manifestantes a la que había podido convocar anteriormente.

La derecha neoliberal tiene expresión en los partidos políticos del viejo régimen y a través de algún manifiesto apoyado por unos centenares de académicos e intelectuales. La derecha neofascista en cambio, está intentando articular una oposición que no pasa por los partidos políticos o pasa secundariamente por ellos. Esta derecha extrema está buscando hacerlo desde la sociedad civil a través de un movimiento social reaccionario. Sabe bien a través de las experiencias observadas en Venezuela, Bolivia y Ecuador, que “calentar la calle” es un recurso eficaz para alentar las expectativas en un golpe de estado. Sacar masas a la calle forma parte del ABC postulado por el politólogo estadounidense Gene Sharp para encaminar a un país hacia un golpe blando. La manifestación del sábado mostró que todavía le falta mucho camino por recorrer. Pero también que ha empezado a recorrerlo.

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