Emilio Matta Saravia
emiliomattasaravia@gmail.com

Con motivo de la celebración del Día del Niño el 1 de octubre en cadena nacional, el Presidente Giammattei dio un mensaje dirigido a la niñez guatemalteca, donde, entre otras cosas, destacó que su gobierno ha logrado disminuir en siete puntos porcentuales la desnutrición crónica debido a que la alimentación escolar se “transformó” y se lograron “atender los requerimientos nutricionales de más de 2.7 millones de niños desde que se suspendieron las clases”.

No dudo de que el gobierno pudo haber entregado bolsas de alimentos a hogares, atendido así a una parte de la niñez guatemalteca durante la pandemia. Sin embargo, jactarse de lograr una disminución de siete puntos porcentuales en la desnutrición crónica infantil en menos de seis meses (ya que estos programas de iniciaron entre finales de abril y principios de mayo), raya en lo ridículo. Da pena ajena escucharlo y pareciera que no tiene ni la más mínima noción de cuál es el problema ni de cómo enfrentarlo.

Países como Chile, que hicieron esfuerzos verdaderamente serios, trabajando de forma sistemática y metodológica durante años, orientando recursos presupuestarios específicamente para lograr erradicar la desnutrición crónica infantil, tardaron dos o más décadas en alcanzar este objetivo. Pero aquí el presidente presume de conseguir proezas sin parangón en tiempo récord de seis meses.

Para erradicar la desnutrición en Chile (que es un caso ampliamente documentado), primero se construyeron centros de salud para atención primaria en todo el pais, donde se implementaron sistemas de información para conocer la situación nutritiva de todos los niños de 0 a 6 años en las diferentes regiones de dicho país, registrando y controlando, además de la ficha clínica, la curva de peso, edad, dirección del domicilio y situación socioeconómica de la familia de cada niño. De acuerdo a la experiencia chilena, esta información era de vital importancia para entender en tiempo real la situación nutricional del pais por Región y poder así mantener un estricto control del programa de prevención de la desnutrición y la recuperación de los niños afectados por desnutrición. De esa forma desarrollaron intervenciones eficientes destinadas al tratamiento y a la recuperación de niños con desnutrición grave. Como parte de la recuperación de los pacientes que ya presentaban desnutrición, se daba alimentación en base a lactancia materna o leche de vaca (dependiendo de la edad) y alimentos complementarios bajo supervisión de un nutricionista, estimulación psico-sensorial, fisioterapia, estimulación afectiva, incorporación de la madre en el cuidado y la estimulación del niño y educación de la madre en técnicas de alimentación y nutrición, cuidado del niño y estimulación psico-afectiva. Esto, solo para la recuperación de pacientes que ya presentan signos de desnutrición, sin tomar en cuenta aun la prevención de la desnutrición, la cual inicia con la alimentación de la madre durante el embarazo y finaliza aproximadamente a los 6 años, pasa por la educación de la madre, alimentación escolar y saneamiento ambiental, tanto en el vecindario como en la vivienda.

Lo anterior es tan solo un brevísimo esbozo de algunas acciones tomadas en Chile para erradicar la desnutrición infantil, objetivo que les tomó más de 20 años para alcanzar.

Pretender un logro de tal magnitud (disminución de la desnutrición crónica en siete puntos porcentuales) tan solo distribuyendo alimentos a una fracción de los niños guatemaltecos con el único fin de hacerse propaganda, lejos de ser loable, es verdaderamente abyecto.

Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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