Juan Antonio Mazariegos
Las diferencias de opinión, criterios y disputas entre el Presidente Alejandro Giammattei y el Vicepresidente Guillermo Castillo, fueron lamentablemente filtradas a la opinión pública esta semana y dejaron más que entre líneas, una imagen de ausencia de organización, señalamientos de imprevisión, falta de empatía con la delicada situación que vive el país y sobre todo, un conflicto en el cual todos podemos perder.
Nadie puede estar ajeno a la dimensión de la crisis a la que nos enfrentamos en virtud de la Pandemia de SARS COVID 19. Sin duda, los llamados a la unidad que incontables veces ha lanzado el Presidente Giammattei, durante sus cadenas nacionales, informando a la población, mes a mes, semana a semana, sobre la llegada del virus, sus consecuencias, avances, medidas de mitigación y ahora de finalización del estado de calamidad, son el adecuado discurso de quien representa la unidad de la nación y de quien debe dirigirnos en medio de esta catastrofe.
La unidad en medio de la crisis es indispensable y ningún otro mejor lugar para mostrarla que en el Palacio Nacional. En Guatemala, a pesar del caciquismo encastrado del que hemos padecido durante muchísimos años, seguimos eligiendo binomio presidencial, el Vicepresidente cuenta con funciones específicas señaladas por nuestra Constitución Política de la República, dentro de las cuales se incluye su integración con voz y voto en el Consejo de Ministros, e incluso que en ausencia del Presidente pueda substituirlo, presidiendo ese órgano de gobierno.
El hecho de que el Presidente de la República resultara contagiado de Covid 19 fue una lamentable noticia, a mi juicio, Giammattei mostró valor y espíritu de servicio para con el país, encabezando el combate a la enfermedad, más allá, de donde a primera instancia, sus condiciones de salud, parecía que se lo podían permitir, mucha gente incluso valoraba su formación académica como médico para estar al frente de la Nación en esta situación. Lo natural, es que un binomio bien integrado, al momento de resultar enfermo el Presidente, este inmediatamente delegara sus funciones en el Vicepresidente de la República y que este último actuara, tal y como está establecido en la misma Constitución. Sin embargo, lejos de que esto sucediera, se muestra a la prensa y a la opinión pública una imagen de antagonismo que parece de todo, menos aquella que deben de ofrecer el Jefe del Estado y su segundo al mando, en una crisis en donde se pregona y se exige unidad.
En medio de esta crisis que para que tengamos presente, no se acaba por Decreto y que por lo tanto continúa, no nos resta nada más que pedirles a ambos que reflexionen sobre su actuar y lo corrijan, bastante complejo es el panorama y tremendamente polarizada está nuestra sociedad, como para que todavía pretendan darse imagen de macho alfa y promuevan quien sabe que intereses. Se les necesita como binomio, integrando un equipo con sus Ministros, dirigiendo al país, cumpliendo la ley y lo que determina la Constitución que no está de más recordarlo es un mandato, no una opción y están obligados a acatarla.