Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

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Mariela Castañón
mcastanon@lahora.com.gt

Creo firmemente que las niñas, que después se convertirán en mujeres, juegan un rol muy importante en la sociedad y en diferentes ámbitos de la vida, por eso me preocupa como continúa la cosificación y desvalorización como seres humanos.

Instituciones, diputados, políticos, patrocinadores de ferias, en general, siguen promoviendo “eventos de belleza” y cada 15 de septiembre en “actividades patrias”, vemos a jovencitas y niñas desfilar para exhibirlas ante cualquiera que desee verlas.

Lo mismo sucede en centros educativos públicos y privados, donde la mayoría promueve este tipo de eventos y cosifican a las niñas y adolescentes. En las ferias de los departamentos se sigue observando lo mismo.

A esto se suman algunos medios de comunicación televisivo, que no se esfuerzan por profesionalizar a sus presentadoras de noticias, más bien buscan exhibirlas con diminutos atuendos, para captar la atención y promover contenido vacío, carente de calidad informativa y de respeto a la audiencia.

Nuestras sociedades frías y superficiales siguen colocando a las mujeres como un objeto de vitrina, con escasa ropa, maquilladas perfectamente y sonriendo al mejor postor.

Es hora de cambiar de pensamiento y reflexionar sobre cómo podemos aportar para construir un país, un mundo mejor, alejados de superficialidades, eventos vacíos y esquemas machistas, que reducen a las mujeres a nada, a ser siempre el objeto de cualquiera.

Estoy segura de que en Guatemala hay niñas y mujeres que destacan en la ciencia, la tecnología, la escritura, el arte, la cultura y la oratoria. Sería muy importante enfocar eventos en estas disciplinas para confirmar el potencial y la capacidad de muchas mujeres y niñas. No dudo que toda la sociedad quedaría asombrada.

Somos las mujeres las que construimos cimientos en diferentes proyectos, muchas de nosotras decidimos aportar a la sociedad en diferentes ámbitos, otras optan por ser madres, emprenden proyectos personales y en otras ocasiones se convierten en jefas de núcleos familiares. De las mujeres casi siempre, depende la educación de una niña o de un niño, es decir tenemos el poder de crear ciudadanos responsables y de bien, cambiar patrones de conducta, promover la igualdad y el respeto.

Por el rol tan valioso que las mujeres tenemos en la sociedad y porque somos sujetos de derechos, es justo reflexionar sobre el papel donde nos pretenden ubicar y donde lamentablemente han ubicado a muchas. Yo no culpo a las mujeres que han caído en la desafortunada idea que aceptar ser objeto de otras personas, más bien, creo que han seguido patrones de conducta errados, incluso heredados por generaciones, además porque en teoría eso facilita la existencia, pero la única verdad es que nos limita a nosotras mismas.

Todas tenemos la capacidad de cambiar realidades desde el ámbito que nos corresponde y sobre todo, la responsabilidad de ayudar y acompañar a las niñas y jóvenes que forman parte de las nuevas generaciones.

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