El Presidente invitó a todos a visitar al recién reabierto zoológico La Aurora y su llamado tuvo eco en muchísima gente que el pasado domingo llegó al parque, posiblemente hartos de un encierro que supera los cinco meses y con la sensación de que lo peor de la pandemia ya quedó atrás. El parque es amplio y tiene capacidad para un buen número de personas que los administradores fijaron en 1,100 personas por cada uno de los dos turnos, lo cual significaría que para mantener la distancia mínima recomendada la fila tendría que ser de más de dos kilómetros y se pudo observar que, para usar una palabra “presidencial”, los visitantes estaban apuñuscados haciendo cola para ir ingresando.
Es obvio que las medidas de distanciamiento se han tenido que relajar bastante por la apertura de la economía y más se verá cuando entre en funcionamiento a todo vapor el servicio de transporte en el que existe tan poco control y regulación, pero es importante que los ciudadanos, a cuyas manos se trasladó la responsabilidad de controlar la pandemia, entiendan que las precauciones tienen que mantenerse porque no hemos aún superado ni mucho menos derrotado al virus.
En todo el mundo se están dando movimientos en contra de las restricciones y hasta es cuestionado el uso de la mascarilla que se ha vuelto obligatoria en muchos lugares, como Guatemala, y se rechaza la autoridad del Estado para establecer limitaciones a los derechos individuales sobre la base del riesgo sanitario. Sin embargo, tenemos la ventaja de ir ligeramente atrasados con respecto a otras naciones y eso nos permite aprender de los aciertos y los errores y es obvio que el relajamiento extremo de las precauciones pasó factura alta porque se produjeron repuntes que cobraron vidas.
Creemos que es necesaria la apertura económica y entendemos que los costos del distanciamiento no han sido sólo en la economía sino también en el plano emocional y que mucha gente necesita de sana distracción. Pero debe actuarse con mesura y prudencia para evitar una creciente ola de contagios y por ello es que las autoridades podrían implementar acciones como la preventa de entradas para facilitar el acceso sin que haya necesidad de esas enormes colas sin ninguna distancia social.
Algo similar se verá en el transporte por la falta de control y supervisión y porque los pilotos dependerán de la cantidad de gente que transporten para hacerse el día y ya veremos que, en medio de la secular anarquía, en los buses también irán apuñuscados los pasajeros sin que nadie frene los abusos.