Flaminio Bonilla

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Flaminio Bonilla Valdizón
flamabonilla@gmail.com

En 1973, garabateando poesía de impugnación, yo escribí peyorativamente sobre la «industrialización» del país, donde incluso se industrializaban los muertos a través del asesinato colectivo y de la tortura, afirmando: «Guatemala se está industrializando/ Propiedad en condominio/ Edificios horizontales/ Centros nocturnos/ Discoteques./ Año 1973/ 30 nuevas fábricas/ 3 hoteles de 5 estrellas./ Esto es progreso./ Hoy mataron tres campesinos/ se murió un recién nacido/ se suicidó un desempleado/ masacraron otro estudiante …/ 5,000 madres lloran/ la policía investiga/ se iniciaron las pesquisas./ Gobernación ordena una investigación exhaustiva./ Se solidariza la APG/ la U/ la CNT/ los Maestros/ los Colegios profesionales./ Todos emiten pronunciamientos./ Condenan enérgicamente la violencia./ Minutos de silencio/ ofrendas florales/ homenajes póstumos./ Guatemala se está industrializando/».

En la décadas del 70 y del 80 del siglo pasado, desaparecieron y asesinaron entre muchos, a Fito Mijangos López, a Manuel Colom Argueta, a Alberto Fuentes Mohr, a Jorge Torres Ocampo, a Chus Marroquín Castañeda, a “la Cuca” López Larrave, a Isidoro Zarco Alfasa, Mario Rivas Montes, Roberto Girón Lemus, a Irma Flaquer Azurdia, a Alaide Foppa, Oliverio Castañeda de León; 27 puñaladas mortales para asesinar a Myrna Mack, asesinado a Monseñor Juan Gerardi Conedara con odio para una piedra. El 6 de junio 2020, fue asesinaron “El Abuelo” Domingo Choc Che, un guía espiritual Maya científico y maestro; hace el 10 de agosto fue asesinado al ciudadano francés Benoit Pierre Amaden María, Director de Agrónomos y Veterinarios sin Frontera, uno de los cientos de activistas y defensores de derechos humanos eliminados en Guatemala; el pasado 18 julio 2020 en Honduras, cuatro líderes garífunas fueron secuestrados en “la comunidad del Triunfo de la Cruz” y hasta se desconoce; hace unos días asesinaron en Jalapa al señor Misael López, miembro de -CODECA-; el 11 de agosto pasado denunciaron la desaparición del señor Carlos Enrique Coy un dirigente comunitario. Hace el pasado 14 de agosto, Factor Méndez Doninelli con su columna “Contravía” de La Hora, dijo: “Violencia organizada contra defensores de derechos humanos”; el 17 de agosto en “el Periódico”, dice algo de los asesinatos están vínculo a conflictos relacionados con las industrias extractivas, así con minería o tala de árboles, así como con intereses privados para apropiarse y ocupar territorios y recursos naturales, en ésta columna de María Aguilar dijo: “Hoy que detener esta cacería y aniquilamiento de defensores que están cayendo a la larga de América Latina por garantizan su derecho a vivir dignamente. Los sistemas de justicia y los estados están obligados a responder, según sus mandatos, antes de que sea tarde y el caos social acabe con las naciones y no solo con quienes han sido expoliados y, además criminalizados cuando se defiendes”.

Hacen y hoy por centenas masacraron a intelectuales, a la dirigencia estudiantil y a los líderes de las organizaciones populares. En esas décadas se enraizaron la tortura, las desapariciones forzadas, las ejecuciones extrajudiciales y el asesinato en masa. Han pasado más de cuatro décadas en Guatemala continua con la impunidad como una sombra siniestra; ese flagelo se ha vuelto parte de nuestra cultura, de nuestro diario vivir y de nuestro folclor. En la década del 80 las masacres hizo ocupar un maldito vivir en nuestra negra historia: “Sansirisay”, «El Aguacate», «Cuarto Pueblo», el GENOCIDIO cometido en el Triángulo Ixil (Nebaj, San Juan Cotzal y Chajul), a los innumerables cementerios clandestinos en Quiche, miles de comunidades indígenas que sufrieron la estrategia militar de la tierra arrasada, en donde rindieron tributo a esa tierra, hombres y mujeres, ancianos y niños indefensos que gritaron por clemencia ante el fusil y la bayoneta asesina, de aquellos que les habían ofrecido «frijoles y fusiles». Esto lo tiene registrado la historia de la abyección y del deshonor. Esto fue una estadística para la COMISIÓN DEL ESCLARECIMIENTO HISTÓRICO (CEH), sobre esta negra historia de nuestra irredenta Guatemala.

Realmente nada ha cambiado para bien en décadas. Guatemala sigue siendo el País de la Eterna “matadera”. País de incultura política. Verdaderamente es un reto sociológico para el científico social, porque su secular retraso y cultura cavernaria ocupan seguramente un sitio de preeminencia en los ensayos sociológicos de la segunda mitad del siglo XX y el inicio de este. La violencia tiene su feudo en mi País, en un país llamado Guatemala y la impunidad también tiene su reino en este mismo País. Este el calvario y la tragedia de Guatemala.

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