Luis Fernández Molina
A donde volteemos la vista veremos Historia y parece no importarnos. Cerca del mes de la patria y la pandemia no debe apagar los entusiasmos. Es evidente que este año, las celebraciones serán diferentes pero lo más importante es el fuego interior, ese nacionalismo que tanta falta nos hace.
En el extranjero nos llama la atención cómo resaltan sitios históricos de todo nivel, desde grandes monumentos hasta pequeñas inscripciones. “Aquí fue la batalla tal”, “Aquí vivió Fulanito”. Ellos atesoran su historia como argamasa del sentimiento comunitario. En el valle de la capital son muchos los lugares que traen alguna reminiscencia de nuestro pasado, entre otros:
El monumento de la Culebra. Los arqueólogos e historiadores no han podido establecer con precisión quién y cuándo se construyó el montículo. Algo más, no se sabe qué fines tenía. Algunos aseguran que fue una especie de muralla china para protegerse de poblaciones “del sur”; otros que era para conducir agua hacia el actual Miraflores (donde había un lago); otros le asignan un carácter místico ritual (estilo las líneas de Napa). En todo caso es una obra monumental que habría tenido una extensión de 8 kilómetros (acaso más) y en algunas partes de la zona 14 se aprecia el colosal movimiento de tierra al punto que parece un verdadero cerro que serpentea.
Kaminal Juyú. El valle de La Ermita es extenso y a lo largo de los siglos habrá sido poblado por numerosas culturas. Nosotros somos, hoy día, los inquilinos temporales. Destaca Kaminal Juyú que en su apogeo se extendía hasta la zona 3 actual y el complejo de Miraflores. Pero hay cientos de miles de vidas humanas encapsuladas en los diferentes estratos que se han ido acumulando con el tiempo.
El Acueducto. Esta obra sí tiene registro aunque no explicación: ¿Llevar agua a la nueva ciudad de Guatemala? La plaza de Armas (el centro) estaba muy lejos y había otras fuentes de abastecimiento más cercanos. Empezó la obra de ladrillo en 1776 (el primer Cabildo fue en enero de 1776), a menos de 3 años de la destrucción de La Antigua. Un gran despliegue de ingeniería muy similar a la romana. En todo caso fue un “abuso” histórico pues se construyó sobre un “monumento histórico” ya existente, el montículo de La Culebra que, obviamente, fue alterado.
Batalla de Arrazola. En marzo de 1827, a 6 años de la independencia y tres años de la separación de México, el Ejército Federal Centroamericano, comandado por el primer presidente de la Federación, Manuel José Arce, derrotó en los terrenos de Puerta Parada al ejército del estado de El Salvador que procuraban reinstalar a las autoridades liberales (Juan N. Barrundia).
Batalla de Las Charcas. En la entonces hacienda Las Charcas se libró en 1829 una batalla decisiva para el avance de las fuerzas del ejército de Francisco Morazán, que en esos llanos descampados venció al Ejército Federal. Las autoridades del estado de Guatemala capitularon y tomó la dirigencia centroamericana el citado general.
Planos de El Guarda. Cuando las agitadas noticias de la muerte de Barrios llegaron a la capital se armó un gran alboroto respecto de la sucesión. El primer delegado, Alejandro Sinibaldi renunció a instancias, “sugerencia” del general Barrundia. Indecisa todavía la cuestión se presentó al sepelio el también general Lisandro Barillas aduciendo que su tropa de Occidente estaba acantonada en las afueras de la ciudad. Ante tan válidos argumentos lo nombraron presidente y entonces hizo venir a toda su tropa que estaba acampando en los planes de El Guarda. Desfilaron triunfales los 20 los soldados de su tropa. (Continuará).