Por NICOLE WINFIELD y LISA MARIE PANE/AP
El fracaso de Estados Unidos a la hora de contener los contagios de coronavirus en el país ha provocado desconcierto y alarma en Europa, mientras el país más poderoso del mundo se acerca a un récord global de 5 millones de contagios confirmados.
Quizá en ningún lugar fuera de Estados Unidos se ve la fallida gestión estadounidense con más consternación que en Italia, que fue la zona cero de la epidemia europea. Los italianos no estaban preparados cuando el brote estalló en febrero, y el país sigue teniendo una de las peores cifras oficiales de muertos, con 35.000 fallecidos.
Pero tras una estricta cuarentena de 10 semanas, un cuidadoso rastreo de nuevos brotes y una aceptación generalizada del uso de mascarillas y el distanciamiento social, Italia se ha convertido en un modelo de contención del virus.
«¿No les preocupa su salud?» preguntó sobre los estadounidenses Patrizia Anotnini, equipada con una mascarilla para pasear con amigos junto al lago Bracciano, al norte de Roma. «Tienen que tomar nuestras precauciones (…) Necesitan una cuarentena de verdad».
Buena parte de la incredulidad en Europa deriva del hecho de que Estados Unidos tuvo el tiempo a su favor, la experiencia europea y conocimientos médicos sobre cómo atender el virus, ventajas con las que no contaba el continente cuando los primeros pacientes de COVID-19 empezaron a llenar las unidades de cuidados intensivos.
Sin embargo, tras más de cuatro meses de epidemia sostenida, Estados Unidos está a punto de alcanzar los 5 millones de contagios confirmados, de lejos la cifra más alta del mundo. Las autoridades sanitarias creen que la cifra real será más cercana a 50 millones, dadas las limitaciones en la realización de pruebas diagnósticas y el hecho de que hasta el 40% de los casos son asintomáticos.
«Los italianos siempre vimos a Estados Unidos como modelo», dijo Massimo Franco, columnista del diario Corriere della Sera. «Pero con este virus hemos descubierto un país muy frágil, con mala infraestructura y un sistema de salud pública inexistente».
El ministro italiano de Salud, Roberto Speranza, no ha evitado criticar a Estados Unidos, declarando oficialmente como «errónea» la decisión de Washington de retener el financiamiento a la Organización Mundial de la Salud y expresando su sorpresa por la gestión del presidente, Donald Trump.
Estados Unidos lidera la lista de fallecidos con 160.000 personas, los casos siguen subiendo y la resistencia a las mascarillas se ha convertido en una cuestión política. Ante esa situación, los países europeos han prohibido la entrada de turistas estadounidenses y visitantes de otros países con casos en alza.
Francia y Alemania han impuesto pruebas diagnósticas obligatorias para los viajeros llegados de países «de riesgo», como Estados Unidos.
«Soy muy consciente de que esto infringe la libertad individual, pero creo que es una intervención justificable», dijo el ministro alemán de Salud, Jens Spahn, al anunciar la medida la semana pasada.
En Europa también se cometieron errores, desde demorar las cuarentenas a protección insuficiente para las residencias de ancianos o un desabastecimiento crucial de material para pruebas diagnósticas y de equipo de protección para personal médico.
El virus sigue propagándose en algunos países de los Balcanes, y este mes miles de manifestantes sin mascarillas pidieron en Berlín que se suspendieran las restricciones asociadas al virus.