Mario Rivero Nájera
Escritor y periodista
Parece que fue ayer. Y sin embargo la memoria de muchos no alcanza a registrar ese acontecimiento. No sólo la mancha de sangre fue borrada de la acera. También se ha borrado del entendimiento y, lo que es peor, de la conciencia, el sacrificio de una de las vidas más interesantes de la Escuintla de los años 80. No obstante su temprana edad (28 años), su trayectoria es indeleble para las páginas de la historia que nadie lee, pero que está ahí porque es vida de nuestra patria… ¿O muerte?
Pocos, como Julio, estuvieron siempre conscientes de que su muerte era inevitable. Y, sin embargo, la afrontaron, en la confianza de que su sacrificio abonaría el surco donde se siembran las esperanzas y el mañana de todo un pueblo.
Esperaba la muerte, pero mucho más esperaba que con ella cristalizaran los anhelos de justicia y de una alborada de libertades y de igualdad para las mayorías. No se sabrá si fue una actitud valiente o un acto consciente de inmolación. Lo que sí sabemos y se debe saber siempre es que el periodismo de Julio Coronado fue un periodismo comprometido, nunca una actividad acomodaticia y complaciente ante los poderes del oscurantismo, ni doblegada por la corrupción que suele comprar silencio o alabanzas.
Este sábado 25 de julio se cumplen 40 años del asesinato del periodista Julio Coronado Espinoza, cometido impunemente en una céntrica calle de la ciudad de Escuintla en los años 80 y 40 años después, aún hace falta conciencia para darnos cuenta de que el hambre, la pobreza y el clamor de justicia y de paz no debieron tener nunca membretes políticos. ¡Debieron tener soluciones! Pero hace 40 años, alzar la voz contra las injusticias y los abusos de poder equivalía a recibir un disparo de escopeta por la espalda.
No obstante, Julio siempre elevó su voz… Y nosotros, el pueblo, estamos dejando que se apague. No obstante, cuatro décadas después de su asesinato, el nombre y el recuerdo de Julio Coronado sigue siendo incómodo para algunas flores oscuras, tristes y ponzoñosas, flores del mal, que adormecen en trance de marchitez. Pero el nombre de Julio Coronado permanecerá por siempre en las páginas de la historia del periodismo, porque la historia del periodismo guatemalteco también se ha escrito desde los departamentos.