Adrian Zapata

zapata.guatemala@gmail.com

Profesor Titular de la USAC, retirado, Abogado y Notario, Maestro en Polìticas Pùblicas y Doctor en Ciencias Sociales. Consultor internacional en temas de tierras y desarrollo rural. Ha publicado libros y artículos relacionados con el desarrollo rural y con el proceso de paz. Fue militante revolucionario y miembro de organizaciones de sociedad civil que promueven la concertación nacional. Es actualmente columnista de el diario La Hora.

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Adrián Zapata
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Una vez más estamos polarizados, o tal vez no hemos dejado de estarlo. Ahora nos divide un tema trascendental que tiene una apariencia de conflicto legal entre cortes. Hay aglutinamientos en ambos polos que se estigmatizan ideológicamente. Y digo que se estigmatizan porque aunque sin duda siempre hay un sustento ideológico en los posicionamientos políticos que se asuman, existen intereses nacionales en juego, que trascienden esa división.

Planteándolo en términos muy maniqueos, por una parte están aquellos que pretenden “salvar” al Estado de la cooptación izquierdista. Y, por la otra, se califica a la contraparte como un “pacto de corruptos” que ambicionan garantizar la impunidad que requieren para hacer valer sus intereses. Pero esas apreciaciones un tanto superficiales deben ser reflexionadas.

No es cierto que haya un polo izquierdista. Ciertamente allí participan muchos actores que ideológicamente se pueden situar en tal caracterización. Pero hay muchos otros que no se pueden colocar en tal cuadrilátero. De igual manera, en el polo de los “golpistas” (les digo así así porque aspiran romper el orden republicano que caracteriza un Estado democrático, ya que quieren cerrar el círculo de cooptación del mismo) hay actores sociales que no son parte de las mafias de corruptos que negocian con el Estado, ni del crimen organizado, particularmente del narcotráfico.

Volando sobre esta dinámica de contradicciones está el poder imperial, con el acompañamiento de la unión europea, que una vez más ve en riesgo sus intereses porque un Estado periférico donde prevalece la impunidad para los mafiosos y el crimen organizado no es funcional a su visión de “seguridad nacional”. Esto a pesar de la torpeza de Trump (tan bien retratada por el ultra conservador John Bolton) que se dejó entusiasmar con el entreguismo de Jimmy Morales en relación a temas como el traslado de la embajada guatemalteca a Jerusalén y la firma del acuerdo de “país seguro”.

Yo creo que se está repitiendo una dinámica maligna de “sobre ganar”, a partir de sobrestimar los logros alcanzados por cada uno de los bandos en tiempos diferentes. Cuando la CICIG y el anterior MP iba avanzando exitosamente en la lucha contra la impunidad, hubo, me parece, una actitud que podría denominarse “triunfalista” y que, en medio de sus valiosos aportes, pudo haberse excedido en muchas de las decisiones y medidas tomadas.

Ahora, quienes apoyaron esa acción de la CICIG se encuentran como perdedores de esa batalla (porque la guerra no ha terminado) y los que se opusieron a ella se consideran victoriosos. Su triunfalismo los lleva a arrasar con todo lo avanzado y a garantizar que eso no vuelva a suceder. Su actitud se asemeja a la historia anterior, cuando quienes luchaban contra la impunidad sobredimensionaron su capacidad de avanzar.

En medio de esta crisis política, aunque muchos quieren interpretarla como un conflicto entre cortes, el país está siendo empujado a una condición de estado fallido, en un contexto de crisis sanitaria que va en aumento y del advenimiento de una crisis económica sin precedentes en el mundo.

Pero no se engañen, los grandes triunfadores serán las mafias de corruptos y el crimen organizado (narcotráfico). Los empresarios deberían distanciarse de esta convergencia criminal y no estar ofuscados con el fantasma de la conspiración de izquierda.

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