David Martinez Amador

Politólogo. Becario Fulbright-Laspau del Departamento de Estado Norteamericano. Profesor Universitario,, Analista Político y Consultor en materia de seguridad democrática. Especialista en temas de gobernabilidad, particularmente el efecto del crimen organizado sobre las instituciones políticas. Liberal en lo ideológico, Institucionalista y Demócrata en lo político.

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David C. Martínez Amador

Cómo lo expuse en la primera entrega de esta columna, la idea de la misma es provocar a una reflexión de ideas que sea profunda. Que en esencia, nos permita comprender mejor la realidad en la cual vivimos. Salvo que tome lugar un hecho mayúsculo de coyuntura, las siguientes entregas estarán dedicadas un filósofo en particular y lo que sus ideas podrían decirnos en este contexto de pandemia.

Damos entonces, la bienvenida al Maestro: Sócrates.

Los griegos antiguos no fueron ajenos al fenómeno de la peste. Atenas vivió fundamentalmente tres brotes que hasta el día de hoy se desconoce con exactitud que pudo haber sido pero se presume, tifus, peste bubónica, escarlatina o una fiebre hemorrágica como la del ébola. El tercer y fatal brote tomó lugar n el 427 a. C y arraso con Atenas. Esta peste fue de las primeras en ser perfectamente documentada gracias a la pluma de Tucídides en ´Historia de la Guerra del Peloponeso’. Por la pluma de Diógenes Laercio sabemos que Sócrates mismo vivió la peste pero ello no le impidió desarrollarse ni fundar una familia. Habría tenido 40 años al tercer brote fatal de la peste – su ministerio filosófico aún no empezaba- pero con su acto de vida claramente nos enseñó que la misma continúa en medio de la tragedia: Sócrates no se paralizó frente al miedo. Pudo haber sido su formación militar ( pocos reparan en el detalle que fue un general del ejército ateniense) o su sentido tan particular sobre aceptar la vida a pesar de sus limitaciones.

¿Qué diría Sócrates ante la actual la pandemia del Covid 19 que el mundo sufre?

En comparación a su mundo, la tecnología de hoy será capaz de producir una vacuna y así eliminar la enfermedad. Pero queda la pregunta: ¿Todas las naciones tendrán acceso a ella? Y entonces resuena la pregunta de Trasímaco a Sócrates sobre si ´¿ Es la justicia solamente aquello que conviene al más fuerte?´. Mucho antes que Marx naciera, Sócrates argumentó que poder y justicia no siempre son buenos compañeros. ¿Tendrán acceso a esta vacuna primero los ricos y poderosos antes que las hordas de desempleados y abandonados? Estoy casi seguro que Sócrates haría esta pregunta.

Pero conociendo el método socrático, las preguntas no quedarían allí Sócrates abordaría el miedo, el miedo al contagio, el miedo al rechazo y el miedo a morir. Cómo todos los hombres de su época Sócrates no deja de ser un creyente en la vida posterior a la muerte. Pero ese detalle no es lo que sustenta su posición ante la muerte. De hecho, su razonamiento es muy simple. Sobre ´La Muerte´ poco hay que decir porque nadie en realidad lo sabe con certeza. Por lo tanto, el filósofo que dialogó serenamente antes de beber la cicuta, nos retaría a contemplar sin miedo la posibilidad de morir. Es decir, ser capaces de reflexionar sobre si hemos vivido de forma congruente a nuestros valores y si nuestros valores han sido estéticos, excelsos, nobles o, si hemos vivido simplemente para satisfacer los más animales placeres. La forma de afrontar la muerte es para el filósofo un síntoma de profunda madurez.

Morir es inevitable, pero la forma de afrontarlo y el balance personal de vida, no es un dilema que deba ser evitado.

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