Gustavo Marroquín Pivaral

Licenciado en Relaciones Internacionales. Apasionado por la historia, el conocimiento, la educación y los libros. Profesor con experiencia escolar y universitaria interesado en formar mejores personas que luchen por un mundo más inclusivo y que defiendan la felicidad como un principio.

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Gustavo Adolfo Marroquín Pivaral

Ha quedado claro que la ilusión inicial que existía en nuestro país en cuanto a que la pandemia estaba siendo controlada de forma efectiva se ha desvanecido. Algunos incluso colocaban a Guatemala como un ejemplo a seguir a nivel mundial por el manejo de esta crisis, aludiendo que el número de casos de contagios era mínima comparada con otros países. Hoy, 19 de junio, está claro que al gobierno se le salió de control la situación (si es que en algún momento lo tuvo) y que el sistema de salud ha colapsado mucho antes de que lleguemos al famoso pico de contagios.

Hay distintas explicaciones de como nuestro país ha experimentado una escalada dramática de los contagios y de como Latinoamérica se ha convertido en el epicentro de la pandemia a nivel mundial. Desde sistemas de salud completamente colapsados antes de la pandemia, mal manejo de todas las personas que regresaban de distintas partes del mundo a la región, – principalmente aquellos que venían de Europa – un paupérrimo número de pruebas a la población y países con altos índices de economías informales. Todo esto hizo que el Covid19 pusiera de manifiesto la fragilidad de nuestras naciones y nos mostrase, una vez más, la rampante desigualdad en América Latina.

Pero que quede claro una cosa, y es que la sociedad es igual de responsable que el gobierno ante la gravedad de la situación actual. En Latinoamérica tenemos una cultura muy paternalista en cuanto a la relación Estado-sociedad, donde siempre esperamos que la figura del gobierno resuelva todos nuestros problemas. Hemos visto como desde que inició en marzo la cuarentena y los toques de queda en nuestro país, la sociedad ha sido renuente a aceptar dichas medidas, no se ha respetado el distanciamiento social e incluso se han llevado a cabo protestas con caravanas contras las medidas tomadas por el gobierno.

Aquí hay que matizar las razones que han llevado a distintos sectores de la sociedad a no cumplir con las medidas. En un país como el nuestro, donde el 65% de la economía es informal y la gente depende de lo que vende en el día a día, claramente se ven en la necesidad de salir y exponerse para alimentar a sus familias. Es eso o no comer. Lo que nos corresponde como sociedad en este caso, es presionar al gobierno para que las ayudas sociales se hagan efectivas y que la gente reciba ese apoyo al que tantos fondos ha destinado el gobierno. La manera correcta de brindarle apoyo a estos estratos sociales es fiscalizando al gobierno como sociedad civil, mostrarnos vigilantes para que las mareantes cantidades de dinero que han sido destinados a ayudar a los más vulnerables no sea solo un farol más para alimentar al monstruo de la corrupción.

El que las clases acomodadas salgan en caravana para protestar contra el Estado de Calamidad, montando un espectáculo de poca monta, es por su característica ignorancia y egoísmo. Es un claro ejemplo que en nuestro país la situación solo es grave si toca los intereses de las élites. En lugar de hacer el ridículo protestando en caravanas, mostrando carteles diciendo “El único virus chino son las Mack” y poniendo de manifiesto (una vez más) su desfase con la realidad, ¿no sería más responsable de nuestra parte como sociedad fiscalizar el accionar del gobierno en esta crisis y ponerle límites a la putrefacta clase política actual?

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