Por MARÍA VERZA
CIUDAD DE MÉXICO
Agencia AP
La pandemia del coronavirus incrementaría los niveles de pobreza extrema en América Latina y el Caribe y dejar en riesgo alimentario a 83 millones de personas, 16 millones más que en 2019.
Esa fue la advertencia lanzada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, indicó que el problema no es que no haya alimentos, sino que la crisis económica generada por la pandemia ha hecho que millones de personas no tengan acceso a ellos.
Toda esa población en riesgo se movería hacia dietas más baratas y menos nutritivas, explicó Julio Berdegué, representante regional de la FAO. Con ello, se incrementarían problemas que ya son serios en la región, como la malnutrición y el sobrepeso, factores que además multiplican los riesgos en caso de enfermar de COVID-19.
Berdegué dijo que el Caribe, Haití y Venezuela serán las zonas más impactadas por esta crisis alimentaria porque son importadores netos de alimentos, pero también el corredor seco del norte de Centroamérica y la población rural, donde se estima que una de cada cuatro personas de la región queden en extrema pobreza.
«No hay escasez de alimentos ni alzas exageradas de precios, pero hay síntomas no de gran colapso, sino de miles de pequeñas heridas» indicó. Puso como ejemplos las cosechas que se pudren en los campos, empresas que quiebran y rompen la cadena alimentaria o mercados en ciudades como Lima o Ciudad de México, donde ha habido altas tasas de contagios.
Para evitarlo, la CEPAL y la FAO pidieron a los gobiernos un «bono contra el hambre» que podría materializarse como transferencias monetarias, canastas o cupones de alimentos a la población en situación de pobreza extrema por seis meses y que costaría el equivalente al 0,45% del PIB de la región (unos 23.500 millones de dólares).
Bárcena agregó que este bono debería complementarse con créditos blandos y apoyo a la agricultura familiar con un kit básico de inversión (250 dólares) y añadirse al ingreso básico de emergencia por seis meses que la ONU recomendó en mayo como vía para paliar el impacto de la pandemia en la economía regional.
El representante de la FAO recordó también que es más barato apoyar la producción de alimento que subsidiar el que esa población no pudo recibir. Además alertó el cierre de fronteras porque el comercio de alimentos «es fundamental» y resaltó la importancia de crear alianzas con las empresas y la sociedad civil para complementar las medidas que algunos países han iniciado.