Alfonso Mata
La pandemia aparece por nuestras tierras en una hora Trágica. Es una nueva herida que se abre en medio de una Macro y Microeconomías tambaleantes, de una corrupción vigorosa y un estado débil y al servicio de las oligarquías. En ese despertar trágico de un nuevo gobierno, no hay promesa de cambio alguno, pues las promesas políticas nacieron marchitas carentes de posibilidad de certidumbre cumplimiento dentro de un estado débil y corrupto y en esas circunstancias, las promesas nacen como mentiras pues exceden al potencial de logro y del esperar por todos y es que a la par de la extensión y ensancharse de la pandemia, las heridas en los otros sectores lo harán también.
Bajo ese panorama no hay sueño de cambio, tampoco hay acción ciudadana y sin sueños, no se captan finalidades que vayan más allá de sobrevivir y se avanza a tientas sin que despierte un grito de igualdad y de equidad en nada.
De momento, el error más grande y grave del gobierno, no es que se equivoque o no entienda lo que a su alrededor sucede, si no es que está trastocando lo que espera obtener y quiere que dice a la opinión pública y que es lo que el pueblo necesita, disfrazado o confundido con lo que realmente hace. En otras palabras, de la palabra dicha por el gobierno, a la acción manifestada hay un gran trecho y una honda diferencia del dicho al hecho. Pareciera ante el desarrollo que toman los acontecimientos, que la función ordenadora del Estado se presta y se dirige a anunciarse y realizarse para alcanzar logros, disociando necesidades e intereses populares poniéndolos en segundo plano, de ambiciones y poderes particulares de funcionarios y financistas puestos en primer plano, consumando de esa manera, un actuar arraigado en el pasado, de aprovechar las crisis para permanecer y actualizar viejas mañas, que lo único que pretenden es beneficio del dolor ajeno.
De lo anterior se puede inferir que sea difícil esperar de una Comisión Nacional de lucha contra la pandemia el logro de sus mentas, pues ésta comisión se incrusta, sostiene e inserta, dentro de un sistema y proceso corrupto de por sí y organizado y funcionando con otros fines para otros intereses. No se ve que esta comisión se lanza hacia o vaya a lanzarse, en busca de un futuro prometedor para muchos y menos que sea capaz de liderar la crisis dentro de un contexto de otras crisis. Es triste que aún continuemos sin entender, que los adelantos de la ciencia, el uso del científico, resulta inútil sin que eso se cruce con el cambio en lo social y para ello, primero en lo institucional. Si no se resuelve y propicia el cambio institucional y social, función que debe asumir la presidencia, la instalación y trabajo de la comisión viene a ser una organización más burocrática (ojala sea solo eso y no instrumentos más para la corrupción) nacida muerta para cumplir con ser unidad de cambio.