Mariela Castañón
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Ni siquiera la emergencia sanitaria del coronavirus ha dado tregua a la violencia homicida que sigue afectando al país y a nuestros conciudadanos, que salen a trabajar diariamente, sí, muchos de ellos lo hacen en esta pandemia expuestos a todo, como Cristopher Isaac Hernández, de 23 años, quien laboraba como repartidor de comida rápida y fue asesinado la semana pasada en Palín, Escuintla.
Todas las vidas son valiosas y es muy lamentable que la delincuencia organizada continúe arrebatando el valor más preciado de guatemaltecos productivos, jóvenes que trabajan para construir un futuro diferente, con sueños, ilusiones y metas por alcanzar.
La semana pasada, los Bomberos Voluntarios intentaron salvar la vida de Cristopher, pero a pesar de los esfuerzos no fue posible. El joven fue asesinado cuando iba a entregar una solicitud de comida.
Los indicios recogidos en la escena del crimen por parte de los investigadores de la Policía Nacional Civil (PNC), arrojaron algunos datos preliminares, uno de esos fue que los asaltantes querían robarle la comida a Cristopher, también el dinero y otros objetos de valor que llevaba, pero cuando el joven se dio cuenta de la intención de los delincuentes, quería escapar y le dispararon. Poco después fue capturado uno de los presuntos responsables del asesinato.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Ciencias Forenses (Inacif), de enero a abril de este año, ha realizado 831 necropsias asociadas a la violencia: 672 por arma de fuego, 117 por arma blanca, 30 por asfixia por estrangulación y 12 por decapitación y/o desmembramiento.
Mientras que el año pasado y en el mismo periodo de tiempo, el Inacif reportó 1 mil 261 necropsias por causas asociadas a hechos criminales en investigación: 1 mil 075 personas murieron por arma de fuego, 125 arma blanca, 50 por asfixia por estrangulación y 11 por seccionamiento corporal y/o desmembramiento.
Los datos reflejan que al comparar el primer cuatrimestre del año 2020 con 2019, hubo 430 homicidios menos y este es un dato que las autoridades reiteran.
Sin embargo, esto va más allá de una estadística, es la vida de las personas, del dolor de los deudos, de padres, madres, hijos, hijas, esposos, esposas, hermanos, familia. Aunque no dudo que existan esfuerzos e intenciones por contrarrestar los crímenes que también tienen su origen en otros problemas como la pobreza, la desigualdad, ausencia de oportunidades, impunidad, todavía hace falta mucho que edificar para que, en Guatemala, un día, no exista ni una sola persona muerta por violencia.
Hoy en día toda la cobertura y las declaraciones presidenciales están enfocadas en la pandemia del coronavirus, que amerita atención, pero también existen otros problemas que no debemos olvidar, ni dejar de exigir acciones.
En este espacio, quiero dignificar la memoria de Cristopher Isaac Hernández, de 23 años y de los 831 compatriotas que han muerto violentamente este año. Que el dolor de las familias sea restaurado y que la paz permanezca en sus corazones.
