Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El Coronavirus ha representado un reto para todo el mundo y todos los días es un constante aprendizaje porque en algunas latitudes la información fluye de manera constante y los profesionales médicos e investigadores estudian los efectos de la enfermedad de manera intensa, lo que va arrojando algunos patrones de comportamiento.

En el campo económico, nunca hubo forma de preparar a alguien para unos efectos que se sienten a lo largo y ancho del planeta y esto también significa un reto hasta para las mentes más brillantes del mundo y del país, porque no hay patrones pre establecidos y las demandas y necesidades van variando de continente en continente, especialmente en aquellos con grandes vulnerabilidades como ocurre en América Latina.

Y son esas históricas deficiencias las que representan un enorme reto para nuestra región porque a los retos universales que representa el COVID-19, debemos sumar que en muchos países latinoamericanos no se cuenta con sistemas eficientes y por el contrario, sí tenemos enormes bolsones de pobreza, desnutrición y marginación que hacen sumamente compleja la tarea y por tanto aumentan las preocupaciones.

Ya de por sí esto es altamente demandante, genera stress en las personas, preocupaciones en el ser humano que se debate entre la necesidad, la incertidumbre y lo importante que resulta no enfermarse como para de ajuste tener que estar oyendo babosadas de “líderes” mundiales que le sugieren a la gente que se inyecte detergente para curarse del virus.

Donald Trump está preocupado porque por primera vez en muchos años, tiene el riesgo de perder la presidencia de los Estados Unidos y ha querido convertir lo que ocurre con la pandemia en plataforma de su campaña política. Dentro de esta crisis ha mentido, ha dicho una cosa que queda grabada para luego decir que no la dijo, ha cuasi forzado a que abran la economía para luego zafar la varita como pasó en el caso de Georgia.

Y el ejemplo del Presidente norte americano debe servir a los líderes del mundo para no repetir la ruta que ha tomado el magnate convertido en político. Hablar con la verdad, liderar la búsqueda de consensos, trasladar información completa y dejar temas personales de lado, es una tarea de todos pero en especial de los que ocupan primeras magistraturas en el mundo.

Los efectos del COVID-19 durarán por varios meses, si no es que años, será tarea de todos sacar la situación adelante y demandará mucha humildad, empatía pero sobre todo sinceridad para abordar los temas espinosos, decir la verdad a la gente.

Las preocupaciones del ser humano siguen en aumento. El que debe pagar se preocupa del cómo, el que debe recibir se cuestiona por cuánto lo podrá seguir haciendo, el que tiene poco procura que no se le acabe porque no ve cómo podrá conseguir más y el que no tiene, si antes no veía futuro, ahora menos.

Y mientras esas preocupaciones nos invaden debemos salvaguardar la salud porque hoy nadie conoce de forma plena la enfermedad y lo mejor es cuidarse por el bien propio, de la familia, de los que están a nuestro alrededor y de los servidores que nos cuidarán en caso sea necesario, como ya lo hacen con miles alrededor del mundo y con cientos en Guatemala.

Está bien no tener todas las respuestas, nadie las tiene, pero no está bien mentir, decir barrabasadas y encima de todo, ser arrogante. Eso en la crisis es igual o más peligroso que los efectos de salud, económicos o sociales del COVID-19.

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