Es evidente que en Estados Unidos no se está trabajando únicamente en controlar la propagación del coronavirus sino, sobre todo, en la reelección de Donald Trump y luego de la prolongada serie de errores que cometió inicialmente al minimizar la enfermedad, “la gripe o el virus chino”, como lo llamó al principio, ahora trata de encubrirlos buscando a quien le tira el muerto. Y ayer encontró en la Organización Mundial de la Salud su chivo expiatorio y anunció que de inmediato suspendía la ayuda económica que Estados Unidos brinda a esa entidad, salvo en lo que sea necesario para que sea profundamente reestructurada. Curioso que usó exactamente el mismo concepto que le fue útil cuando su gobierno se sumó al de Morales para liquidar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala.
El caso es que Trump acusa a la OMS de haber sido complaciente con China en el inicio de la pandemia y en no haber actuado con prontitud para atajar la propagación del virus por todo el mundo, pasando por alto que nadie fue más elogioso que él con el gobierno Chino cuando se supo de la existencia del nuevo virus. Repetidamente acudió a las redes sociales para felicitar al gobernante chino por el “fantástico, maravilloso y estupendo” trabajo que estaba haciendo. Agotó su inmenso repertorio de superlativos para aplaudir a Pekín en momentos en que estaba negociando con ellos un nuevo acuerdo comercial, poco antes de que ordenara el cierre de los aeropuertos para viajeros provenientes de China tras lo cual todavía 40,000 personas lograran entrar al país provenientes de ese gigante asiático pese a la prohibición.
Cuando se ve la comprobación que los medios hacen de cada una de las expresiones de Trump se puede notar cómo ha ido acomodando su discurso al ritmo de lo que le conviene desde el punto de vista electoral. Ahora su enfrentamiento con la OMS es porque esa entidad no recomienda que los países retornen aceleradamente a la “normalidad” que significa el reinicio de la actividad económica y eso le arde porque está dispuesto a provocar un serio enfrentamiento con los Gobernadores debido a que siente que si la economía sigue detenida por algún tiempo, eso le puede pasar una enorme factura en noviembre, cuando sean las elecciones.
Por supuesto que está contando con el apoyo de las grandes corporaciones que, como él, sienten que la prioridad es reactivar la economía aunque ello pueda producir nuevos brotes de la enfermedad, pero hay autoridades locales muy sensatas que no están de acuerdo y se puede producir la más seria crisis constitucional desde la época de la secesión, dados los caprichos del gobernante al desoír a las voces científicas más autorizadas.
Y es que la consolidación de la candidatura de Joe Biden, con el respaldo de Sanders y de Obama, le cambia el panorama porque estaba seguro de que iría contra los demócratas divididos y que eso facilitaría su reelección. El panorama cambió radicalmente con la decisión de Sanders no sólo al terminar su candidatura, sino al anunciar de inmediato el respaldo al ex Vicepresidente.
En esas condiciones le urge, más que nunca, ver a quién le tira el muerto de sus graves errores.