Alfonso Mata
Hace poco escuché decir a una estudiante San Carlista lo siguiente: “Los jóvenes a menudo somos excluidos o ignorados como posibles candidatos para cargos de elección. Nuestra política se ve como un espacio para hombres con experiencia en política, y en eso las mujeres e indígenas nos vemos en desventaja aun entre los viejos, pues somos muy pocas las mujeres e indígenas que hemos podido y podremos acumular experiencia para involucrarnos en política, pero en general, los jóvenes somos sistemáticamente marginados y se nos da la misma excusa: edad, falta de experiencia, y se nos mantiene con oportunidades limitadas. Por consiguiente, las autoridades son viejas, llenas de mañas y chanchullos velando por intereses personales”.
Desde el 2010, la Unión Interparlamentaria (UIP) a la cual pertenece Guatemala, ha publicado estudios de participación política juvenil: en 2016 y encontró que: las personas de 20 a 44 años representan el 57% de la edad de voto del mundo, pero solo el 26% de los diputados del mundo están en esa edad. Menores de 30 años los representan solo el 1.9% de los diputados en el mundo y más del 80% de las cámaras superiores de los parlamentos no tienen diputados menores de 30 años. En Guatemala en el Congreso 19.3% son mujeres y 37% del total de diputados son menores de 45 años y en puestos altos ministeriales se encuentran menos del 6% son mujeres.
A lo largo de nuestra historia, en los grandes cambios sociales y políticos, los jóvenes han jugado un papel central y catalizador en los movimientos democráticos y a pesar de ello, en la actualidad carecemos de planes bien estructurados para capacitar jóvenes activistas para que se conviertan en líderes políticos.
A nivel mundial, reconociendo el potencial de los jóvenes, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) desarrolló su primera Estrategia para la Juventud (2014-2017) titulada «Jóvenes empoderados, un futuro sostenible», en línea con el Plan de Acción del Sistema de las Naciones Unidas United for Youth (2013) que invita a las generaciones jóvenes a involucrarse y participar más en los procesos de desarrollo. En 2016, para fortalecer la implementación de la Estrategia de la Juventud del PNUD y responder tanto a la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible como a la Resolución 2250 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre juventud, paz y seguridad, el PNUD lanzó un programa mundial Juventud para el Desarrollo Sostenible y la Paz – Youth-GPS (2016-2020).
En 2016, los miembros de la UIP aprobaron el documento «Rejuvenecer la democracia, dar voz a los jóvenes», basado en los principios promovidos por los jóvenes parlamentarios de la UIP: «No hay decisiones sin nosotros» que describe cómo los parlamentos y parlamentarios podrían ayudar a rejuvenecer la democracia y dar a los jóvenes de todo el mundo una voz en la toma de decisiones políticas. A la vez la UIP a través de sus estudios, formuló una serie de recomendaciones para la acción que, si se implementan, permitirán a los jóvenes participar plenamente en la vida política. Estos incluyen el diseño de estrategias por parte de los sistemas y organismos de Estado y los partidos políticos de incluir candidatos jóvenes y garantizar la diversidad entre los jóvenes.