Francisco Cáceres Barrios
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No debía de extrañarme que las autoridades escuchen el clamor popular como oír llover. Me lo van a decir a mí cuando tengo más de treinta años de estar escribiendo esta columna en La Hora y si te vi no me acuerdo, no hablo de uno sino de mil problemas que hemos traído a colación en el afán de hacer ver sinnúmero de condiciones o situaciones que hace muchísimos años debieron haber sido solucionadas de alguna manera. Por ejemplo, ¿se ha logrado combatir eficazmente la corrupción en las entidades públicas?; ¿es mínima la mortalidad infantil por causa de su desnutrición?; ¿se han reducido ostensiblemente los accidentes de tránsito?; ¿el movimiento de vehículos automotores es cada vez más fácil para los millones de vecinos que necesitamos movilizarnos para poder cumplir más eficazmente nuestros deberes? Y paro de contar, porque si continúo, me quedo sin espacio.
No ¡qué va! Seguimos en las mismas. Igualmente ocurre con los nuevos problemas que con los antiguos. A mano tenemos la gran alharaca gubernamental con eso del coronavirus de origen chino. ¿Acaso ha visto usted estimado lector una campaña educativa masiva y formativa de buenos hábitos para combatir su contagio? No hay mucho qué decir para prevenirlo, empezando por la higiene personal, el taparse la cara para no toser o estornudar en sitios públicos y cuántas medidas más que sin ser tan costosas, servirían de mucho para prevenir este tipo de enfermedades y muchísimas más. E igualmente ocurre con el congestionado tránsito de vehículos, pues no pasamos de escuchar de los ignorantes voceros que si se quiere llegar puntual a cumplir con nuestras obligaciones, debemos levantarnos más temprano. Con ese tipo de recomendaciones vamos a tener que dormir en nuestro trabajo y llegar, si mucho, unas cuantas horas a nuestros hogares.
No, no existe medio de comunicación como la radio, prensa, televisión o de redes sociales que no toque el tema del enmarañado tránsito, mañana, tarde y noche sin embargo, no pasa un minuto sin que veamos en la calle a un vehículo atravesado en un crucero por la impertinencia de su conductor que le importa un pito las leyes de tránsito y…¿no le traería cuenta al alcalde metropolitano recaudar muchos millones de quetzales imponiendo multas a tanto constante e insistente violador de la ley, ya fuera corriendo su vehículo a 100 KPH en pleno centro histórico o al motociclista encaramándose sobre las aceras porque así no llega tarde a su trabajo. ¿Es que ni eso puede hacer bien la policía de tránsito, que solo ha servido para entrampar más y más nuestras angostas y mal trazadas vías de comunicación?
Los tres poderes del Estado se han olvidado por completo de cumplir con sus deberes, lo que ha provocado que no tengamos un sistema de transporte colectivo de pasajeros puntual, seguro y eficiente y para quienes tenemos que movilizarnos en nuestros vehículos ni a la esquina de nuestras casas podemos llegar rápidamente.