Danilo Santos
La carta de la diputada Vicenta Jerónimo del Movimiento para la Liberación de los Pueblos, donde pide que los diputados/as lleguen “almorzados” a las reuniones de jefes de bloque, ha levantado ronchas por todos lados, principalmente en el diputado Arzú. Pues por nimia que parezca la propuesta de la diputada, encierra un alto grado de dignidad y de ubicación de la realidad nacional.
Las prerrogativas del cargo, según la ley orgánica del Organismo Legislativo, no contemplan en ningún lugar que las legisladoras/es deben gozar de los privilegios que ahora usufructúan. Y repito, pareciera una nimiedad, pero si a los almuerzos de jefes de bloque sumamos las comidas en el hemiciclo, la gasolina, el pago de líneas telefónicas móviles y las dietas en las comisiones de trabajo (entre otros privilegios), pues estamos hablando de cientos de miles de quetzales al año.
A los 159 diputadas y diputados restantes les vendría bien ubicarse en la realidad nacional y avergonzarse con los beneficios que gozan mientras la mayoría de las personas que tienen un trabajo fijo tiene que hacer malabares para llevar almuerzo todos los días o que le alcance para ir a una carreta de shucos a comprar una tortilla con carne de quince quetzales. No digamos para sufragar gastos médicos si hay alguna emergencia familiar, cubrir los gastos escolares, etc. Es decir, si tuvieran un poco de vergüenza en el Congreso, no asumirían actitudes de cafres al decir “la gente cree que estar aquí sentado es que nos la estamos pelando” (Arzú Escobar).
La diputada Vicenta Jerónimo me representa y representa a miles y miles de ciudadanos que necesitan que sus intereses, por risibles que le parezcan a quienes se acostumbraron a ser niguas, sean representados con dignidad en el Congreso de la República y en cualquier institución del Estado. La diputada Vicenta es un ejemplo. No se trata de ser exitosos haciendo alianzas para no perturbar al sistema y avanzar o permanecer en los circuitos de la política criolla. Se trata de poner sobre la mesa desde los problemas más sencillos y evidentes hasta los más profundos y estructurales: Arzú menciona uno de estos últimos en su furibunda reacción, a manera de criminalización claro está, pero la nacionalización de la energía eléctrica sería otra forma de acabar con los privilegios de unos pocos que engordan impunemente sus billeteras mientras la gente apenas ajusta para sobrevivir.
No hay que tener miedo a confrontar ideas y propuestas, a abandonar vicios que se han normalizado en la política. Sacudir las instituciones y el sistema mismo es una necesidad impostergable. Si molesta a algunos, pero beneficia a las mayorías, hay que hacerlo.
Diputado Arzú, no se trata de si usted se la pela o no, se trata de no ignorar una propuesta coherente de la representante de un pueblo que no tiene qué comer y encima le da de comer a usted. Usted tiene un buen salario, completamente asimétrico con la realidad de la mayoría en el país, pague su almuerzo, su teléfono, su gasolina y todo lo que tenga que pagar para cumplir con su trabajo. Y claro. No se la pele.