En esta foto, el sol ilumina los edificios junto a la entrada del antiguo campo de exterminio nazi de Auschwitz-Birkenau en Oswiecim, Polonia. FOTO LA HORA/AP/MARKUS SCHREIBER.

Por VANESSA GERA y ARON HELLER
VARSOVIA
Agencia AP

Durante los próximos días, gobernantes del mundo se reunirán dos veces para conmemorar el 75 aniversario de la liberación de Auschwitz-Birkenau, el más notorio de los campos de exterminio de la Alemania nazi.

El hecho de realizar dos ceremonias contrastantes –una en Jerusalén el jueves y otra en Auschwitz, sur de Polonia, el lunes– pone de manifiesto la carga política que sobrelleva la Segunda Guerra Mundial cuando los gobiernos nacionalistas de Rusia y Polonia tratan de utilizar sus interpretaciones del pasado para obtener ventajas políticas en la actualidad.

En los dos lugares, los gobernantes, acompañados por ancianos sobrevivientes, rendirán homenaje a los 6 millones de judíos muertos en el Holocausto. Pero sobre ambas conmemoraciones pende una enconada disputa entre Polonia, donde la ocupación nazi instaló Auschwitz y otros campos, y Rusia, el estado sucesor de la Unión Soviética.

«Temo que esto no ayudará a la conmemoración del Holocausto», dijo el historiador polaco Dariusz Stola, exdirector del Museo POLIN de Historia de los Judíos Polacos.

Tales conmemoraciones, dijo, deberían realizarse «para que el presente sirva al pasado».

«Ahora el pasado sirve a los fines de la política actual», dijo Stola a The Associated Press.

Las fuerzas soviéticas liberaron Auschwitz el 27 de enero de 1945. Pero Moscú había firmado un acuerdo de no agresión con los nazis poco antes del inicio de la guerra en 1939, conocido como el pacto Molotov-Ribbentrop. Incluía una cláusula secreta por la cual las potencias totalitarias acordaban el reparto de Europa oriental.

Dos años después, Alemania invadió la Unión Soviética, que entró en la guerra en el bando de los Aliados. Millones de soldados del Ejército Rojo perdieron la vida en la guerra que culminó con la derrota de la Alemania de Adolfo Hitler.

El presidente ruso Vladimir Putin, furioso porque la memoria histórica en Occidente ha empezado a concentrarse en el papel soviético en la provocación de la guerra más que en su papel en la derrota de Alemania, intenta echar culpas a Polonia.

El gobierno polaco cree que la motivación principal de Putin es debilitar la influencia polaca en la Unión Europea. Varsovia es uno de los principales impulsores de las sanciones a Moscú por su anexión de la península de Crimea y se opone al plan de construcción de un gasoducto ruso. El premier polaco Mateusz Morawiecki ha acusado a Putin de mentir para minimizar sus propios fracasos, como la veda impuesta a los atletas olímpicos rusos por dopaje.

Al mismo tiempo, Polonia es objeto de denuncias por supuestamente minimizar el papel de su propio pueblo en las matanzas nazis de judíos.

Artículo anteriorEvo Morales reitera que ganó las elecciones «limpiamente»
Artículo siguienteEl Senado aprueba las normas del impeachment contra Trump