Arlena Cifuentes
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Providencialmente tuve acceso a un documento sobre el Adviento elaborado por Fray Carlos Cáceres Prior Provincial de los Dominicos en Centroamérica, el cual sirve de inspiración al presente artículo.

El Adviento es un tiempo de espera y de esperanza para los cristianos. Comprende las cuatro semanas que preceden a la Navidad, el “Adviento invita, por su propia definición, a la solidaridad y comunión auténtica, comprometida y que abarca todos los dominios de la humanidad.” El arrepentimiento y la esperanza nos preparan para celebrar el nacimiento del Niño Jesús.

“Los principales sentimientos y actitudes que caracterizan el tiempo de Adviento” son: “Vivir la Esperanza: es un anhelo que comienza mirando el mal que hay en nosotros y en nuestro mundo” lo que debería llevarnos a “desear que este mal desaparezca: el dolor, la tristeza, la injusticia, la muerte”. Es el tiempo de hacer un alto en el camino para revisar nuestra vida espiritual”.

“La esperanza consiste…. Precisamente, en creer que es posible algo que en este momento no vemos”. Varias cualidades de la Esperanza: la humildad, la solidaridad, la compasión, el gozo, la confianza, la paciencia, la fortaleza y el compromiso, este último “no es pasivo, no se cruza de brazos” más bien “pone a punto todas las capacidades e invita al trabajo” al compromiso.

Es el momento de “Preparar el camino del Señor: “significa, entrar en comunión con su manera de vivir”. “Despertar los sentimientos de alegría: No se trata de hacer ver que no existe el mal ni el dolor, ni olvidarse de las agonías de la vida, sino que se trata de vivirlo todo con el más profundo convencimiento de que, al final, se encuentra el amor de Dios que no falla nunca”.

Es propicio “Profundizar en el espíritu de oración: el Señor viene ¡viene siempre! Y nosotros podemos ponernos delante de él con todo lo que somos y lo que vivimos: con nuestras ilusiones y tristezas, … también con las ilusiones y tristezas de nuestro mundo. La oración es una gran expresión de la esperanza. “Aprender a ser pacientes”… El Adviento nos invita a vivir la vida con paciencia comprometida que no significa dejadez, ni despreocupación “Vivir la fraternidad: Si Dios se hace hermano de cada hombre y mujer, la gran llamada en el camino a la Navidad es la llamada a la fraternidad, a compartir, a la solidaridad con todos los hombres y mujeres, de manera especial con todos los necesitados…. Pero hay que estar atentos… Todos esperaban la venida del Mesías pero María y José no encontraron sitio en la posada…. EL ECO DE LA CALLE”. El pasar de largo.

“La liturgia de la Iglesia inicia el Adviento con una proclamación solemne: Dios es la esperanza del hombre y nos invita a volver a él nuestra mirada y a buscarlo en nuestras vidas. Cuando la sociedad inquieta de su tiempo se dirigía a Juan el Bautista y le preguntaba qué tenía que hacer, todos escuchaban una invitación urgente: “Convertíos a Dios, dad buenos frutos de penitencia, preparad los caminos, allanad los senderos” (Jn 1,23; Mt 3,3)”.

“Hoy no son de actualidad las palabras exigentes y fuertes con que los profetas recuerdan al hombre cuál es su condición ante Dios”, y –en mi opinión– es por ello que la inmensa mayoría de cristianos fingimos o pretendemos serlo sin una conversión verdadera que conlleve en el día a día el esfuerzo deliberado por un renacer de nuevo.

Iniciemos este camino del Adviento conscientes de su significado, preparemos los regalos que le ofrendaremos al Niño Jesús; regalos que solo pueden venir de lo profundo de nuestro corazón y que deberían traducirse en el resurgir del hombre nuevo dejando atrás al hombre viejo es decir muriendo a nosotros mismos. Es tiempo de misericordia.

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