Por Grecia Ortiz
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La vida para el migrante guatemalteco René Corado conocido como “El Lustrador”, no ha sido sencilla, pero con esfuerzo y mucho positivismo, el biólogo contó parte de los retos a los que se ha enfrentado para el segmento de “La Hora Humana”, que busca visibilizar a ciudadanos destacados en diferentes áreas en el país.
Corado también es un soñador, que, además, cree en la educación y en la niñez como la llave del éxito.
La entrevista con La Hora se realizó en el interior del Palacio Nacional de la Cultura, un lugar en el que Corado nunca creyó podría entrar, parte de la conversación también se desarrolló en el Parque Central en donde de niño trabajó como Lustrador, una labor que incluso lo inspiró a escribir un libro precisamente con ese nombre.
“Ahora estar acá como dirían en Guatemala sirviéndome con la cuchara grande me siento muy emocionado”, contó.
René recordó que fue la situación económica la que lo llevó a buscar un trabajo como lustrador, pues su papá devengaba un salario bajo, situación que lo convenció e impulsó a dedicarse a esa labor, no solo en el Parque Central, sino también en el Parque de la Parroquia, así como en la zona 2.
El guatemalteco también rememoró aquellos días en los que solía pedir sobras de comida para él y sus hermanos, aunque su papá quería que estudiara para que se superara.
El optimismo de René es palpable, aunque no olvida las épocas difíciles que vivió en Guatemala durante su niñez, así que años después, cuando ya había nacido su hija decidió migrar.
LA ETAPA COMO MIGRANTE
“Yo no veía mucho futuro para mi hija también por la pobreza y lo que me mintieron también que en Estados Unidos se barrían los dólares y en verdad que no fue cierto, fue muy duro allá, pero fue una de las razones por las que yo me fui de Guatemala me fui sin documentos y llegué a trabajar de lo que saliera para salir adelante”, aseveró.
René no se inmuta al recordar que pintaba casas, lavando platos, así que nunca renegó del trabajo y fue su llegada a un Museo que cuenta con la colección de aves más grande del mundo lo que le cambió la vida, lugar en donde laboró como jardinero y se interesó en lo que hacían.
Con ansias de superación, el guatemalteco le explicó a La Hora, que decidió ir a la escuela para convertirse en biólogo, también aprendió inglés e incluso fue a la universidad.
“Ahora soy biólogo y soy el gerente del Museo en donde fui jardinero, si yo no hubiera migrado para otro país hubiera tenido las oportunidades acá porque tenemos de todo y yo le apuesto a la educación creo en eso, creo en mi país y creo en eso para salir adelante con la educación”, afirmó.
APOYANDO A LA NIÑEZ
Con ese pensamiento, el migrante guatemalteco decidió impulsar becas de estudio a través de la Fundación de El Lustrador, con la que ayuda a niños del vertedero de la zona 3 de la capital.
“los niños necesitan alguien que crea en ellos, alguien que les diga que pueden hacer lo que yo hice porque mi vida no es que la haya leído en un libro, les doy consejos, doy experiencias de vida”
René Corado
De su experiencia como migrante, explicó que estar lejos de su familia fue uno de los retos más grandes, ahora con los años extraña a la población y también el ambiente de los guatemaltecos.
Así que, si le dijeran que se lleve algo del país, aseguró entre sonrisas que sin duda sería un tamal, y un plato de revolcado, comidas que degusta en el Mercado Central, lugar que también recuerda de su niñez.
“Regresar tantos años después es increíble, son emociones encontradas, recuerdos, pero lo más lindo es que estoy vivo, con mucha ilusión y sueños”, enfatizó.
La entrevista de René finaliza, y el guatemalteco de nuevo afirma que la educación es sin duda la llave del éxito para alcanzar los sueños.
Esta conversación se realizó luego de que René fuera invitado a poner la Rosa de la Paz y hace algunos días, el migrante recibió la distinción de la Orden del Quetzal una de las máximas distinciones otorgadas en el país, por el esfuerzo que realiza desde el extranjero.