El tratamiento de las solicitudes de asilo se inspira en un carácter humanitario de asistencia a quienes huyen de riesgos y peligros en sus lugares de origen. En tanto el Estado que tramite el asilo no pueda comprobar lo contrario, tiene la obligación de atender a los solicitantes como seres humanos en riesgo y, de conformidad con ese principio general, proporcionarles un trato digno mientras se llega a la solución definitiva de la petición. Si, en cambio, el país receptor no dispone de instrumentos eficaces para realizar los trámites o, peor aún, dispone medidas que tengan la finalidad de crear miedo para desestimularlos, obviamente se está incurriendo en una grave violación a los tratados internacionales en materia de asilo y refugio.
Pues eso es exactamente lo que está haciendo Guatemala al ofrecer a los Estados Unidos que en cumplimiento del papel de Tercer País Seguro suscrito por el ministro Degenhart, aquellos extranjeros solicitantes de asilo que sean enviados a Guatemala para que tramiten desde aquí la petición de asilo, sean enviados a Petén, donde no existen condiciones adecuadas para recibir y tratar a esas personas. Hasta los mismos funcionarios de Estados Unidos se mostraron sorprendidos por el ofrecimiento de Guatemala, puesto que es obvio que se trata de una propuesta que persigue crear miedo entre los posibles refugiados para reducir, de esa manera, el número de los que pretenden acogerse al asilo.
Los obispos de Guatemala han criticado severamente la propuesta que hizo Degenhart a las nuevas autoridades de seguridad interior de los Estados Unidos porque ellos, que conocen bien la realidad de nuestro país, están convencidos de que Petén no es el sitio indicado para refundir a esa gente en tanto se da trámite a su petición de protección y refugio.
El hecho de que Petén tenga un aeropuerto internacional no lo convierte en el lugar adecuado para recibir a miles de personas que serán deportadas de Estados Unidos para que vengan a Guatemala a realizar su solicitud de asilo en los Estados Unidos, de acuerdo a los términos de los Acuerdos de Tercer País Seguro ya suscritos. Si hasta su subsistencia en la ciudad capital sería complicada, no digamos en un inhóspito territorio con el que hasta las vías de comunicación son complejas y difíciles, aún para aquellos que decidieran desistir en su trámite y prefirieran regresar a sus hogares en Honduras o El Salvador. Es obvio, pues, que no se está proponiendo facilitar el trámite de los asilos, sino se está tratando de aterrorizar a los solicitantes para quedar bien con Trump.